CRONICA / la metrópoli porteña

Ciudad de brujas y de asfalto

La Ciudad de Buenos Aires posee cientos de curiosidades que pasan desapercibidas ante los ojos de los transeúntes que la caminan día, tarde y noche. Curiosidades que la hacen una ciudad enigmática y fascinante a la vez. Este artículo intenta ser un recorrido por la otra cara de la ciudad: la desconocida por la mayoría de sus habitantes.

por Agustín Di Tomaso


Miles de personas transitan la Av. de Mayo cada día hábil, desde Plaza de Mayo hasta Plaza Congreso. Inaugurada en 1894, a instancias de Torcuato de Alvear, el primer intendente de la ciudad, la Av. De Mayo une al Poder Ejecutivo con el Poder Legislativo. Transeúntes alienados por el trabajo y el horario la circulan sin mirar alrededor. Mejor dicho, capaces de ver pero no de mirar. O como sintetizó de la mejor manera Miguel Cantilo con la inmortal frase “donde la gente se va a la oficina sin un minuto de más”. Y es sobre la Avenida de Mayo, en el barrio de Monserrat (uno de los más añejos de la ciudad) donde se halla el Palacio Barolo: uno de los primeros rascacielos porteños. ¿Acaso saben los cientos de oficinistas que trabajan en su interior o pasan por su puerta, los diversos significados que el Palacio Barolo expresa en su estructura? Ni más ni menos que un edificio de cien metros de altura y veintidós pisos que esperaba recibir en su interior las cenizas de Dante Alighieri. Por esa razón, las constantes referencias a su obra más conocida, “La Divina Comedia”, se pueden observar en toda su estructura: la planta baja representa el Infierno, los primeros catorce pisos el Purgatorio y los pisos superiores el Paraíso. Como también son nueve los círculos infernales en coincidencia con el número de bóvedas de acceso al edificio. Los cantos de “La Divina Comedia” son cien, en similitud con los metros de alto del Palacio y contienen once o veintidós estrofas, al igual que se dividen las oficinas por frente y por bloque. Para finalizar los más diversos simbolismos que posee el edificio: sobre el faro que remata los cien metros de altura está la constelación de la Cruz del Sur, la cual se alinea con el eje del palacio los primeros días de junio.
En el barrio de Recoleta, exactamente en Charcas 2937 por donde cada día pasa una y otra vez el colectivo 29, existe una fiel reproducción del frente de la Casa Histórica de Tucumán. En esa morada vivió el escritor Ricardo Rojas y a pedido suyo, el arquitecto Ángel Guido diseñó la vivienda de ese modo. Otra construcción que homenajea un lugar histórico es la fachada de la parroquia San Isidro Labrador, en el barrio de Saavedra (San Isidro 4620): es una copia del frente de la Universidad de Chuquisaca, Bolivia.

MONUMENTOS Y ESTATUAS DE LA CIUDAD DE BS.AS.
Cientos de monumentos recuerdan hechos o personalidades ilustres y se encuentran diseminados por toda la ciudad. No todos tienen la trascendencia de la Pirámide de Mayo, en la plaza homónima y no todos son tan polémicos como el de Julio Argentino Roca, en la diagonal que lleva su nombre.
Por ejemplo, el barrio de Caballito posee el monumento al Cid Campeador en la intersección de las avenidas Gaona, San Martín y Honorio Pueyrredón. Es una de las tres estatuas que la autora, Anna Hyatt Huntington, realizó en la década del treinta sobre el mismo personaje histórico. Las otras dos se encuentran en Nueva York y en Sevilla.
Y si a monumentos hay que referirse no se puede obviar que en la plaza Sicilia, en el barrio de Palermo, se encuentra un monumento único en el mundo: la estatua de Caperucita Roja es poseída sólo por la Ciudad de Buenos Aires. Es obra del escultor francés Jean Carlus y mide dos metros de altura.
De manera increíble y sin que muchos porteños lo sepan, la Estatua de la Libertad que se erige en las Barrancas de Belgrano es anterior a la más famosa de todas: la que se encuentra en la ciudad de Nueva York, un símbolo de los estadounidenses. El artista francés Frederic Bartholdi replicó ambas obras en bronce.

CALLES DE BUENOS AIRES
Los nombres de las calles son aquellos elegidos para la posteridad, para recordar y hacer trascender hechos o personalidades. Pero cada nombre, cada hecho histórico perpetuado en los carteles no es aleatorio: habla de la forma que el poder elige para autodefinirse y demostrar cual es el modelo a seguir. Temáticamente de las 2159 vías que recorren la Ciudad de Buenos Aires, por amplia mayoría son los militares los más homenajeados: 338 calles y avenidas los recuerdan. 76 batallas, 36 naves militares y 73 marinos también son conmemorados. Del otro lado, 18 músicos, 26 pintores y 8 escultores son inmortalizados.
El fútbol, omnipresente en la vida diaria de los argentinos, no podía ser menos al momento de recordar un futbolista: Herminio Masantonio, estrella de Huracán, es el único futbolista homenajeado (con una calle en el barrio de Nueva Pompeya).
La nota de color, en una ciudad tan gris sólo la puede poner un payaso: el inglés Frank Brown, quien vino a la Argentina en 1884, es conmemorado con una cuadra en el bajo Flores entre las calles Cambieses y Crisóstomo Álvarez.
Cuando se habla de Buenos Aires se mezclan sensaciones encontradas: la locura del microcentro, los medios de transporte llenos hacia las oficinas del centro y la impresión real de vivir en una ciudad superpoblada. Pero también está el otro lado: el de la ciudad cosmopolita, aquella que puede mezclar la influencia europea con el mestizaje americano-español. En resumen, el Puerto de Santa María del Buen Ayre, hoy rebautizada Ciudad Autónoma de Buenos Aires tiene la extraña capacidad de ser amada y odiada con la misma facilidad.

Más curiosidades sobre Buenos Aires:
•En la plaza Lavalle se encuentra el “Monumento a la Pelota”, donado por la AFA al momento de celebrar su centenario en 1993.
•En el edificio de la editorial Perfil (Chacabuco 271) se encuentran bloques que pertenecieron al Muro de Berlín, regalados por Alemania.
•En el barrio Villa Real se halla la iglesia evangélica Transparente, edificada por el arquitecto Antonio Murillo. Se encuentra en Tinogasta 5850 y fue construida en 1969.
•Mafalda, el personaje creado por Quino (Joaquín Lavado) vivía en Chile 371, barrio de Monserrat.
•En el barrio de Liniers existe una calesita en el patio de una casa, en el encuentro de las calles Ramón Falcón y Miralla.

1 comentario:

Recoleta dijo...

Muy buen dato el de Ricardo Rojas. Gracias!