INFORME / FLIA


Escritos sin patrónA tres años de la primer Feria del Libro Independiente y Alternativa, Rebvelados repasa sus inicios, charla con los escritores que la integran y da cuenta de la gran convocatoria que tuvo su onceava edición realizada a mediados de agosto en el IMPA.

por Juan Pablo Manente


La FLIA tuvo su semillero allá por 1995, en el grupo literario Maldita Ginebra. Sus integrantes se reunían en la puerta de la feria oficial -que todos los años se lleva a cabo en el predio de La Rural-, y exponían fanzines, libros, producciones independientes y mucha poesía. A tal punto llegó la protesta contracultural que la mítica mesita expuesta al aire libre parecía quedar chica a los asiduos visitantes. Fue así que Matías Reck y Pablo Strucchi, ambos escritores, decidieron que en lugar de juntarse a gritar con un megáfono en la entrada de La Rural, era mejor armar otra feria, diferente a la oficial, que ofrezca la oportunidad de expresarse a aquellos escritores que las grandes editoriales niegan, con libros más económicos, y por supuesto, que se mantuviera exenta de cuestiones burocráticas. “Hay una participación abierta, si querés vas con tu stand y listo”, explica Strucchi que hace más de ocho años fundó su editorial El Asunto que se encarga de la producción, difusión y distribución de todo material independiente.
La feria otorga la posibilidad de intercambiar y mezclarse con aquellos que están sumergidos en el mismo universo: el del arte. La propuesta que se huele en el aire es la del viejo Woodstock, incitar las relaciones entre los concurrentes, lograr una inyección de adrenalina que termine, en este caso, en un caos literario. “La FLIA es una continuidad de experiencias: megáfono en mano, performance, arte visual, bandas; en otro momento de la historia esto ya pasó y ahora está resurgiendo”, señala Reck que también se encuentra trabajando con su propia editorial Milena Caserola, con la que lleva decenas de libros editados.
En estos tres años de actividad, la FLIA ha crecido, y en demasía. De los 50 stands que se habían exhibido en la primera edición que se realizó en el Sexto Cultural de Chacarita (Federico Lacroze 4181) hasta los más de 200 puestos que hubo en la última corrió mucha agua debajo del puente. Publicaciones como Sudestada o editoriales como Eloísa Cartonera también han participado de los encuentros. “A nosotros nos convocó en su momento la gente de Poesía Urbana. Estamos desde el comienzo y vamos a seguir. Además me parece que sería bueno que la FLIA se extienda por otras provincias”, dice Ignacio Portela, redactor de Sudestada.
“Una idea, palabras que se cruzan, encuentros, subjetividades, eso es la FLIA. Pareciera que se originó un colectivo de ella, pero la verdad es que nadie es indispensable, si alguien deja de ir, igual ésta continua, no hay jerarquías, no tiene nombres propios, es una aventura en un imaginario”, describe Reck, y tiene razón. No existe ningún papel que legalice a la FLIA. Si se pregunta por el director o el organizador, será muy difícil obtener una respuesta. Lo cierto es que los interesados se reúnen todos los martes después de las 20 horas en el Club Cultural Pachamama – Argañaraz 22- para proyectar y dar forma a lo que será la próxima feria. “La nuestra es una reunión asamblearia libre, abierta, que antes se armaba en FM La Tribu y ahora se hace en el Pacha. Funciona como una juntada entre amigos, y de paso se discuten cosas de relevancia que concierne a lo que se espera de los futuros encuentros”, argumenta Sebastian Matías Oliveira, que ya ha publicado tres poemarios y dos libros.

A TODA MÁQUINA
A partir de la FLIA se potenciaron un montón de proyectos que terminaron consolidándose: ciclos literarios, recitales al aire libre, proyecciones de películas en los parques; todos son ejemplos de encuentros culturales organizados por los integrantes de la feria. En las reuniones semanales no sólo se arman los preparativos para lo que será la próxima FLIA, sino que también se cranean planes que contienen un fin artístico. “Siempre que podemos organizamos alguna juntada poética”, indica el Rey Larva, quien gusta de firmar sus poemas bajo ese seudónimo. Y agrega: “Yo estuve viviendo un tiempo en la calle, vendía fanzines, y un día un amigo me contactó con todo esto. Escribir me ayuda a conectarme con otras cosas; y si bien todavía no puedo vivir de ello se están originando muchas movidas: con los chicos también participamos en ferias independientes que se organizaron en provincias como Chaco y Misiones; va para adelante la historia. La idea es generar todo lo que se pueda, hay que abrir el horizonte, no hay que quedarnos con lo que tenemos”.


ANATOMÍA DE UN ESCRITOR INDEPENDIENTELa espera para que una editorial se decida a publicar la obra de un escritor puede tornarse insoportable. A veces es necesario jugar por cuenta propia. Y eso es lo que hacen los amigos de la FLIA. “Hay muchos poetas dando vueltas, pero son pocos los que se hallan en las estanterías de las librerías. Viví todos los 90’s pensando cómo hacer para que me lean. Finalmente junto al escritor Juan Pablo Souto creamos El Asunto, en donde empezamos a armar libros artesanalmente. En general al principio le editamos al autor alrededor de cincuenta para que distribuya entre los conocidos, y después si se puede imprimimos algunos más. Una computadora personal, una guillotina y una impresora pequeña son los insumos necesarios para hacer un libro, basta con eso”, suelta entusiasmado Strucchi, como si se tratara de una receta de cocina.
Tanto desde El Asunto como desde la FLIA se busca que los derechos de autor se los quede el escritor. “Nosotros estamos en contra de que todo sea para la editorial. Tenemos una forma de trabajar independiente y la idea es que cada uno pueda hacer su libro. Lo que queremos es la diversidad, que haya muchas formas, nos oponemos al copyright. Nadie es dueño de nuestra producción salvo nosotros mismos y somos quienes tenemos el poder de hacerla circular de la manera que queramos”, sentencia Strucchi.
Los libros de escritores independientes circulan en el calor del asfalto, en los ciclos de poesía, en los bares, en algunas librerías, y obviamente en la FLIA. Ella es el lugar ideal para los lectores que ansían encontrar y engullir material de nuevos autores: tal es el caso de Guillermo de Pósfay o Diego Arbit, ambos con una amplia trayectoria dentro del circuito literario autónomo.
Obviamente dentro de este ámbito no puede dejarse de lado el fenómeno de los blogs; si bien en algunos casos se descansa en la nostalgia del lector veterano que busca mancharse los dedos al acariciar las páginas de un viejo libro, se han creado publicaciones online más que interesantes. Los mismos integrantes de la FLIA actualizan a diario sus blogs y hasta algunos tienen páginas web. Sin embargo, Strucchi se sincera: “Los blogs están buenísimos, aunque a mi me gusta leer del papel”.


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