REBVELADOS Nº 3 - ENERO 2008


EDITORIAL

Chicas argentinas al borde de un ataque de nervios

Mujer, si puedes tú con Dios hablar, pregúntale si yo alguna vez te he dejado de adorar. Tan bellas como desesperantes, son las palabras que utiliza Alberto Domínguez en su bolero Perfidia. Dicen, quienes siempre buscan controlarlo todo, que el sexo débil por naturaleza es el femenino, pero ¿cuánto de esto es real? ¿No son acaso ellas las que tienen el poder?
Del 13 al 15 de octubre se llevó a cabo el XXII Encuentro Nacional de Mujeres en la ciudad de Córdoba. Se discutió y pidió, entre otras cuestiones,
por los derechos de las trabajadoras; guarderías en los lugares de estudio y trabajo; por el cese de persecución a las mujeres en situación de prostitución; y por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito.
Por otro lado, en esta cresta femenina, acaba de asumir la presidencia Cristina Fernández de Kirchner. Y su principal fuerza opositora también es comandada por una mujer. Si bien la flamante presidenta a veces parece vivir en otro planeta cuando declara “No hay peligro de desborde inflacionario” o genera carcajadas al afirmar “La prioridad del Gobierno son los pobres”; es una realidad que el 45% de los argentinos vivos la ha votado. Obviamente, no aludimos a ninguna clase de fraude. La sospecha de manipulación de votos de los candidatos K,
Juan Schiaretti (gobernador electo en Córdoba) y Jorge Capitanich (gobernador de Chaco) ha quedado en el pasado.
En medio del festín del cambio y la renovación, se ha impartido el poder como un anfitrión reparte porciones de pizza a sus invitados. ¡Quién quiere una de Justicia! Aquí tiene ministro Fernández. Al Alberto le dejamos que le siga dando a la grande de Gabinete. Sobra una porción de Educación. Se la guardamos al señor Tedesco. Y la de Infraestructura la pagó De Vido, así que es de él.
En este marco, un tanto surrealista y con perfume de mujer, el tercer número de Rebvelados plantea en sus páginas un tema que necesita de una intervención estatal urgente: el derecho al aborto legal; también transita por los pasillos del hospital psiquiátrico Moyano; y cuenta la historia de la fábrica recuperada Grissinópoli, en donde trabajan decenas de obreras.
Además, nos dimos el lujo de entrevistar a Miguel Botafogo, que nos habló de su próximo disco. Recorremos Cusco, y dejamos abierto el debate: ¿Clapton o Hendrix?
Esperemos que disfruten los vocablos y términos que se deslizan por estas páginas. Al leerlas, intenten relajar su cerebro, mientras viajan en ese subvencionado transporte público repleto de gente, bicicletas y de niños gritando: “¡Viva la monarquía!”.

"LAS GUERRAS SEGUIRAN MIENTRAS EL COLOR DE LA PIEL SIGA SIENDO MAS IMPORTANTE QUE EL DE LOS OJOS" - Bob Marley

REMINISCENCIAS DE UNA COTIDIANA CIUDAD MILENARIA


Plagada de misterios y leyendas, en las sierras del sur de Perú se asienta la ciudad de Cusco. Retratos de una cultura que perdura en sus costumbres y tradiciones.


Por Juan Manuel Giraldez

Se abren senderos que develan tesoros ocultos, voces que emergen desde la oscuridad, paisajes que dibujan sus marcas imborrables en la memoria. De modo casi imperceptible uno transita sobre la historia, f
undiéndose en la inmensidad de los escenarios, contemplando aquello que lo rodea. Todo parece girar alrededor de este lugar que cautiva a quienes deciden sumergirse en sus entrañas. Los Incas, sus originales fundadores, consideraron a estas tierras como el ombligo del mundo. Creían que allí confluían el mundo inferior con el mundo visible y el superior. Mucho tiempo transcurrió desde entonces. Sin embargo aún hoy Cusco se alza imponente y allí se alumbra un pasado que sigue vivo y se manifiesta latente en cada uno de sus rincones.
Desde la terminal de micros y sus alrededores se asoman unos cuantos cusqueños que se disputan futuros clientes dispuestos a ofrecerles hospedaje. Ninguno quiere resignarse a quedar con las manos vacías. Sus cuerpos se enciman uno sobre otro, sus voces se condensan en un bullicio indescifrable, cada uno procura imponerse y así encontrar una decisión favorable en el recién llegado. Todo vale para lograr atraer a sus presas y quedarse con el premio tan buscado.
Adentrarse en el co
razón de la ciudad es como atravesar un portal para navegar en épocas de antaño: se mezclan y se enredan construcciones incaicas y edificaciones coloniales con sus balcones y colores vívidos, y entre ellos se asoman los cerros que parecen dibujarse en un cuadro. Las paredes de Cusco todavía mantienen parte de las piedras estratégicamente talladas por los Incas y sus calles empedradas y angostas, que se elevan y se hunden, esconden un misticismo que invita a recorrerlas detenidamente.
Los Incas le habrían dado a la ciudad, la forma de un puma, animal divino y símbolo de la fuerza y el poder. Todas las habilidades y sabidurías de este pueblo pueden resumirse en la fortaleza de Saqsaywaman, considerada la cabeza del puma. Cada roca encaja a la perfección para dar vida a murallas infranqueables diseñadas en zigzag con el objetivo de hacer frente a los sismos. Aquí los verdaderos dueños del lugar combatieron a los invasores. Por sus muros, mezclándose con el viento, todavía parece retumbar el eco de los gritos guerreros de aquella resistencia.
En el centro de Cusco,
todo resulta desembocar en la Plaza de Armas, la cual representa el corazón del puma mitológico. Allí fue ejecutado Tupac Amaru, cacique que llevó adelante una tenaz rebelión anti colonialista. Sus cuatro extremidades fueron atadas al mismo número de caballos para descuartizarlo pero su cuerpo permaneció intacto y tuvo que ser decapitado. Hoy la plaza funciona como un punto de encuentro para los habitantes del lugar y a su alrededor se emplaza la Catedral de Cusco. Construida por los españoles con mano de obra indígena, en su interior se vislumbran huellas de una resistencia oculta. Las vírgenes pintadas en sus paredes fueron delineadas con forma de montaña, elemento adorado por los Incas, para mantener los valores aborígenes en medio de la feroz evangelización proveniente del exterior.
Frente a la Plaza de Armas nace Procuradores, una peatonal que alberga una sucesión interminable de negocio
s que ofrecen todo tipo de productos y servicios, en su mayoría locales de comida. Sus dueños permanecen fuera de sus comercios para inundar la peatonal con invitaciones a todo aquel que la atraviese. Repleto de contrastes, por el centro de Cusco desfilan pequeños que adaptan sus saberes para atraer a los turistas, cholas que caminan junto a llamas recién nacidas y se alternan locales que durante el día funcionan como cine y a la noche se disfrazan de boliches.
A unas cuadras del centro se despliega el Mercado Central en el que se alojan sabores y olores tradicionales del lugar. En él, se pueden conseguir una infinidad de alimentos que van desde patas de gallina
y chancho para las sopas hasta cuy muerto o vivo dependiendo de la elección del comprador. Tampoco escasea una importante variedad de quesos y chocolates repartidos en diferentes pasillos que se cruzan con la oferta de San Pedro, usado para fines espirituales.
En las afueras de Cusco aparece solitario e inmenso el Valle Sagrado. Desde allí los Incas iniciaron la peregrinación en busca del lugar exacto
que culminó con la fundación de Cusco. No hace falta intentar comprender cómo un lugar así puede considerarse sagrado. Solo basta contemplar. El silencio es la música perfecta, cada instante dura una eternidad, los límites se desvanecen ante semejante paisaje. Desde las alturas se perciben las ruinas de Pisaq, ubicadas al este del Valle. Al pie del cerro se alza uno de los tantos reductos que los españoles construyeron para controlar a los Incas y todavía funciona un mercado en el que prevalece el trueque. Más arriba, en lo alto de la montaña, se hallan sitios arqueológicos incaicos, verdaderas creaciones técnicas para controlar la agricultura, el tiempo y las festividades. A unos 20 km, se erige Ollantaytambo, un asentamiento edificado como una fortaleza que incluye un templo, ándenes y un sector urbano. Es llamado Pueblo Inca vivo, sus habitantes mantienen usos y costumbres de sus raíces milenarias. Se integran a la naturaleza, no la destruyen; veneran a su entorno y convierten en dioses a cada recurso natural indispensable para la vida. Entre ellos solo subsiste el trabajo colectivo, impera la solidaridad y se desdeña la competencia.
La ciudad de Cusco susurra, invita a envolverse en su encanto, en aquello que se puede vislumbrar ante la simple vista humana. Pero también seduce por aquello que permanece detrás de sus paredes, debajo de sus tierras, oculto en la atmósfera y el simple hecho de descubrirlo despierta la sensación de vivir en otros tiempos, en un sueño que atrapa e incita a no despertarse jamás.

DETRAS DE LAS PAREDES


Las internas del Hospital Psiquiátrico Moyano son un segmento olvidado de la sociedad. La deteriorada infraestructura, la mínima atención brindada por el personal médico, las vastas hectáreas sin control y los pabellones-cárceles que las agrupan sin ningún criterio constituyen algunos de los motivos por los cuales estas mujeres están cada vez más aisladas del resto de la sociedad, encerradas por años con mínimas posibilidades de recuperación y reinserción.

Por Sabrina Díaz Virzi

Muy cerca de la entrada, un grupo de mujeres toma sol en el pasto. Están vestidas de pies a cabeza y casi inmóviles. No hay lona a cuadritos, ni mate caliente. Un poco más atrás, después de algunos árboles frondosos y uno de los innumerables caminitos de asfalto que atraviesan el predio parquizado, unas cinco jóvenes duermen en una almohada de troncos secos. Una señora de pelo corto algo despeinado y camisa ancha color azul descolorido pide cigarrillos. O unas monedas para comprarlos en la despensa que funciona como el centro social del lugar. Tiene unos cincuenta años y hace veinte que está allí. Caminando a paso corto y al ras del suelo, varias mujeres bajan las escaleras de uno de los pabellones ubicados en las 17 hectáreas que ocupa el Hospital Psiquiátrico Braulio Moyano en el barrio de Barracas.
Por la oficina de entrada cualquier persona ingresa sin la necesidad de ser identifi
cada. Pero las casi 1500 mujeres están allí presas de la institucionalización: ya sea por la mínima seguridad que sólo controla que las internas permanezcan en el hospital, como por su diagnóstico, extendido en el tiempo casi sin variación. Los médicos de cabecera, los psiquiatras y los psicólogos rotan regularmente, lo que impide un seguimiento de la evolución de las pacientes y hace muy difícil que éstas logren el alta.
Las mujeres “depositadas” allí sufren patologías diferentes con niveles de gravedad extremadamente variables pero el criterio que las agrupa en cada pabellón es nulo, es decir, no existe criterio. Los únicos pabellones diferenciados son los que pertenecen a agudos y a adultos mayores, que son los únicos que tienen derecho a un pequeño armario con candado para guardar sus pertenencias. El resto, las guarda debajo de la cama, en habitaciones enormes parecidas a las que se ven en películas de guerra: techos altísimos, camas de hierro pegadas una a la otra, falta de limpieza. Durante el día, estas salas son cerradas con llave para que las internas no puedan dormir. Y se van al sol, sedadas por los tratamientos masivos que les son aplicados a todas con una escasísima política de control: para todas los mismos medicamentos antiguos y baratos que provocan efectos secundarios que las drogas más nuevas ya evitan, pero “son caras”, responderán las autoridades.
Estas personas se encuentran “almacenadas” en el hospital, olvidadas y, producto de esta reclusión, sumado a que muchas de ellas son abandonadas por su propia familia, pierden cada vez más el contacto con el exterior. La lógica social comienza a transformarse en una lógica institucional, que deriva en un círculo vicioso del cual resultará imposible desprenderse (¿por qué las internas no deberían “creerse” su rol de “locas” si todos –médicos, enfermeras, otras pacientes- así las tratan?). Esos pabellones y ese parque son su pequeña ciudad y, además de las pocas visitas, el contacto con el afuera puede incluir a “la chica que escucha la radio” (porque tiene radio), alguno de los televisores de los comedores o un grupo de estudiantes universitarias de la UBA que realiza tareas de voluntariado en alfabetización y recuperación de la lecto-escritura. “La pérdida de autoestima, la inestabilidad emocional y las humillaciones sufridas son barreras para el aprendizaje y, al mismo tiempo, consecuencias de la práctica institucional”, cuenta Bárbara, una de las voluntarias. Desde principios de 2006, estas chicas, “las seños”, realizan las actividades cada sábado por la mañana en el galpón conocido como Club Bonanza, intentando generar un contacto con el exterior a través del trabajo con diarios, cartas a/de familiares o una revista que saldrá próximamente.
Las perspectivas de que en el corto o mediano plazo este sistema se modifique estructuralmente son mínimas. Sin embargo, resulta necesario y urgente que estas mujeres -y sus vecinos varones del Borda- entren ya en la agenda de los gobernantes electos, para que comiencen a recibir una atención adecuada y digna, para que no se conviertan en el cuarto oscuro al que no queremos ni nos animamos a entrar.

"HAY COSAS CONOCIDAS Y COSAS DESCONOCIDAS. Y EN EL MEDIO ESTAN LAS PUERTAS" - Jim Morrison

CREAM: RUEDAS DE FUEGO


La carrera musical de Cream podría considerarse efímera e intensa en proporciones iguales. A pesar de estar juntos por dos años y medio (desde junio de 1966 hasta noviembre de 1968), el trío formado por Eric Clapton en guitarra, Jack Bruce en bajo y Ginger Baker en batería, fue de los más influyentes en la historia del rock. Su mezcla de blues, jazz, psicodelia y pop fue un clásico de los sesenta, influenciando, años después, a bandas de la talla de Led Zeppelin.

Por Agustín Di Tomaso

Un encuentro entre Eric Clapton (nacido el 30 de marzo de 1945) y Ginger Baker (19 de agosto de 1939) fue el génesis del primer supergrupo del rock. Clapton, con una reputación en ascenso en la escena londinense y luego de grabar un fantástico disco con los Bluesbreakers de John Mayall, y Baker, al frente de la Graham Bond Organisation, se encontraban en la búsqueda de nuevas direcciones musicales que explorar. El guitarrista sólo aceptaría formar parte del proyecto si participaba un tipo al que vio tocar y le provocó una gran admiración: Jack Bruce (14 de mayo de 1943). Lo que Clapton no sabía era que Bruce y Baker habían coincidido en la Graham Bond Organisation antes que el último despidiera al primero por una rivalidad que también desencadenaría el final de Cream años después. Dejando de lado las diferencias, la banda comenzó a ensayar viejos temas de bluseros como Robert Johnson, Muddy Waters y Willie Dixon, siempre con el sello distintivo del trío. Canciones compuestos por Jack Bruce en colaboración con el letrista Pete Brown completarían el repertorio del grupo. Se autodenominaron Cream porque se consideraban la “crema del blues inglés”.
Luego de un olvidable single debut (Wapping Paper), la banda publicó el tema I Feel Free. Éxito inmediato, el siguiente paso fue el LP Fresh Cream editado en diciembre de 1966. Entre temas originales del grupo (N.S.U., Dreaming) y covers como I’m So Glad de Skip James, se encontraba Toad, de Ginger Baker, donde se lucía en un solo de batería que sería influencia directa del Moby Dick de Led Zeppelin.
En el segundo disco, Disraeli Gears, se nota la evolución del grupo con un acercamiento a la psicodelia y un mayor nivel en las composiciones de la dupla Bruce/Brown. El LP contiene
Sunshine Of Your Love (con uno de los riffs más populares de la historia del rock) y temas originales como Dance The Night Away, SWLABR y la primera composición de Clapton Tales Of Brave Ulysses.
La fama del grupo, afianzada ya con el éxito del segundo larga duración, se seguía elevando al nivel de The Beatles y The Rolling Stones, en legendarios conciertos donde cada integrante daba muestras de virtuosismo en largos pasajes instrumentales. Esto quedaría plasmado en el doble disco de 1968 Wheels Of Fire. Un primer disco en estudio, que muestra algunas de las mejores composiciones del grupo (White Room, Politician), y un segundo en vivo, con versiones de otros artistas, siempre con el sello distintivo de la “crema”: Croassroads de Robert Johnson y Spoonful de Willie Dixon son los mejores ejemplos.
Una gira despedida a finales de 1968, un último disco en 1969 con 6 temas, 3 en vivo y 3 grabaciones originales en estudio (donde se destaca la composición en colaboración de George Harrison y Eric Clapton en el tema Badge) y egos a punto de estallar llevaron a la desaparición de una de las más grandes bandas de la música rock de todos los tiempos. Habría reconciliación más de tres décadas después, en el 2005, para juntarse a tocar en el Royal Albert Hall y dejar en claro que, a pesar del paso del tiempo, no hubo (ni habrá) ningún grupo igual.


Si era tan bueno, ¿por q
ué se murió?

No hay duda que Eric Clapton y Jimi Hendrix fueron dos de los más grandes guitarristas de la década del sesenta y de la historia del rock. Pero, ¿a qué se debe el mito que rodea a Hendrix? ¿Por qué la existencia de dibujos, pósters y remeras con la imagen de Hendrix y no de Clapton? Si fuera por lo estrictamente musical, hasta el momento de su muerte, el 18 de septiembre de 1970, Clapton no tenía nada que envidiarle a los pergaminos de Hendrix (tal vez unas guitarras destrozadas y quemadas, y unos dientes aptos para tocar, cosas que no hacen a lo estrictamente musical).
Al comenzar la década del setenta, Eric “Mano Lenta” Clapton, poseía en su currículum vitae un paso por The Yardbirds; un trabajo excepcional con los Bluesbreakers de John Mayall; la carrera completa de Cream (con sus 4 discos editados), una participación en el Álbum Blanco Beatles; y la creación del grupo Blind Faith, con Stevie Winwood (de la banda inglesa Traffic).
Jimi Hendrix murió de sobredosis en el momento de mayor éxito de su carrera. Al haber muerto con tan sólo 27 años, dejó como legado una producción discográfica inmaculada y perfecta, únicamente comparable en influencia con la de The Beatles. Es posible que una muerte prematura de Clapton no sólo habría generado remeras con su cara (y películas sobre su vida), sino que hubiéramos estado impedidos de verlo alejarse de los excesos del rock (lo qu
e convierte a un músico de rock en una estrella de rock, después de todo) y de verlo hacer música para películas entrada la década del noventa.
Podríamos extender esto a varios artistas de finales de la década del sesenta. No desde la negación de sus aptitudes musicales (sería estúpido negar las voces de Jim Morrison o Janis Joplin o la destreza de John Bonham y Keith Moon en la batería), pero sí desde la recategorización de “seres humanos que hacen rock” a deidades musicales. ¿Qué hubiera pasado si The Beatles no se hubieran separado luego de editar el clásico Abbey Road? ¿Qué hubiera pasado si continuaban su carrera por cuarenta años? ¿Hubieran caído en los excesos de sus “rivales”, The Rolling Stones (cuya carrera hasta 1971 no tenía desperdicio)? ¿Habría remeras con la cara de Paul McCartney si lo hubieran asesinado? Después de todo: ¿No revolucionaron la música los cuatro Beatles? ¿O fue sólo John Lennon?

Es innegable la importancia de Hendrix en el rock: su manera de componer, tocar e interpretar marcó un antes y un después en la música. Pero tampoco se puede negar la admiración de Jimi Hendrix por Eric Clapton. Eso sólo dice mucho, ¿o no?

DE RISAS, DIOSES Y LOCOS

“Para la salud no hay nada mejor que reírse”, contestó Manu Chao en la conferencia de prensa que dio en FM La Tribu (el miércoles 28 de noviembre) cuando una joven cronista quiso saber como cuidaba su físico. El giramundo parisino anduvo por nuestras tierras para promocionar su último disco La Radiolina (sin realizar ningún show oficial) y terminar la grabación de un nuevo trabajo junto a sus hermanos Colifatos. Rebvelados alzó su mano para preguntar por la relación con los internos del Borda y hacedores de la radio La Colifata. El cantante respondió que es una hermandad que viene de hace muchos años y que para él ellos son unos sabios “ya que tienen una simpleza y lucidez para responder sobre temas que a mi me toma horas tratar”.
Aunque es un músico, el europeo más latino de todos respondió más preguntas sobre la situación social de Latinoamérica y la juventud en Europa que sobre su nueva placa. “Diego es taquicárdico”, dijo en la más fantástica referencia a D10S que se haya escuchado en los últimos años. Cuando no hubo más palabras sin ritmo, dejó su porrón de cerveza en una mesita, tomó su guitarra y dio un precioso acústico al estilo “tabernero” como a él más le gusta.

WORKING CLASS HERO

El aroma es irresistible, lleva a un pasillo largo, cubierto por enormes máquinas que no paran de escupir palitos delgados de no más de quince centímetros de extensión. Hacen fila, no saben, o tal vez lo perciban dentro de las cajas con forma de dado, que serán devorados, entre mates y risas, por viejas curiosas o niños que juegan a ser fumadores empedernidos.
La escalera lleva a una oficina, colgado, en una de las paredes, un cuadro de San Cayetano parece haber marcado el inevitable destino de la fábrica. Los dos escritorios están repletos de papeles que exigen más pedidos. “Por suerte no damos abasto”, dice María Pino, administradora desde hace cinco años de la cooperativa de trabajo La Nueva Esperanza (ex Grissinópoli).
Por Agustín Zeoli y Juan Pablo Manente
La noche del 3 de junio de 2002, los obreros no durmieron en casa. Nada importaba, había que luchar, resistir semejante monstruo. La primera semana fue dura. Siete días en que los trabajadores permanecieron encerrados sin regresar a sus hogares. Pero no estaban solos. Vecinos del barrio acudieron en su ayuda proveyéndolos de comida y ropa. Incluso, algunos se quedaron con ellos adentro de la fábrica, como si aquella crisis que sumergía al país en la más honda de las desesperanzas se hubiera hecho añicos contra la pared de la solidaridad.
Mientras las agujas recorrían impacientes el cuadrante del reloj, decenas de cooperativas y asambleas barriales acudieron en apoyo de los trabajadores. No obstante, había una organización que sería clave en el proceso de recuperación: el Movimiento Nacional de Fábricas Recuperadas, que aconsejó formar la cooperativa.
El abogado Luis Alberto Caro, presidente del Movimiento, explicó que lo que más costó fue que los obreros lograran comprender que podían trabajar sin depender de nadie más que de ellos mismos. “Los trabajadores, luego de haber servido por años a los empresarios, comenzaban una nueva etapa que se debía manejar con una lógica económica distinta a la anterior. Y es por eso que al principio esto se hizo difícil. El método actual nos dice que para comenzar un proceso económico se debe tener capital, luego invertir, producir, vender, pagar los impuestos, materias primas, costear los altos sueldos gerenciales y, de lo que queda, solventar los salarios de los obreros. Si no alcanza, entonces comienza la etapa de reducción del salario, suspensiones y cierre de la empresa”, sostuvo Caro.
Nadie hubiera imaginado lo que ocurrió transcurridos los dos primeros años de gestión de la cooperativa. Desde su conformación, la producción de grisines se incrementó en un 200%. Se amplió, a su vez, la oferta de productos y se ganaron nuevos proveedores. El crecimiento también se produjo en un aumento de la masa operaria: el renacer de la grisinera permitió incorporar nuevos trabajadores.
Grissinópoli S.A. data de principios de los años 60. Ubicada en el barrio de Chacarita, se especializó en grisines y malteados que vendía a confiterías y restaurantes, especialmente, de la ciudad de Buenos Aires. Llegó a ser una de las fábricas más importantes del país. En octubre de 2001, sobrevino el principio del fin, la compañía dejo de pagar los sueldos a sus empleados, y comenzó a entregar vales. “Ya en ese momento la empresa estaba en convocatoria de acreedores. Nosotros la veíamos venir, la cosa no andaba bien, pero no manejábamos mucha información”, comentó Norma Pinto, amasadora con más de quince años de experiencia.
Mientras continuaba la toma de Grissinópoli, los obreros decidieron golpear las puertas de la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires. En aquel momento, el jefe de Gobierno era Aníbal Ibarra. Después de varios intentos, en una sesión de fines de noviembre de 2002, se otorgó el permiso para que los trabajadores puedan explotar la fábrica por un período de dos años.
En diciembre de 2002, mes en que la mayoría de los medios se deleitaban con la posibilidad de nuevos saqueos, se realizó la inauguración oficial de la cooperativa. “La verdad que cuando recién empezamos, en enero y febrero, no produjimos nada. El problema era que muchos clientes se habían ido e incluso algunos firmaron contratos de exclusividad con la competencia. Pero en marzo de 2003, la Asamblea de Palermo se acercó y nos prestó dos mil pesos, con eso compramos materia prima e hicimos una horneada de grisines. Se vendieron todos, y así se construyó un engranaje que de a poco empezó a moverse”, manifestó Pino.

En medio de la lucha, se deslizaba entre cables y cámaras, el director cinematográfico Darío Doria. Al enterarse de la protesta, Doria, que ya tenía experiencia en el asunto, decidió filmar un documental. Grissinópoli, el país de los grisines, narra la ocupación de la fábrica y la experiencia de autogestión emprendida por los obreros.

La cooperativa por dentro y los nudos legales
En La Nueva Esperanza, tanto la parte administrativa como la obrera ganan el mismo salario. Una vez los números sobre la mesa, estos se reparten en partes iguales, no hay diferencias. Es un pequeño mundo que vive a años luz de la picadora de carne del mercado. No se aceptan gerenciamientos externos, sólo el realizado por los trabajadores. Las decisiones se generan en asambleas y el Consejo de Administración es el órgano ejecutor de las medidas que se toman en ellas. Además, la asamblea tiene el poder de revocar el mandato conferido al Consejo de Administración, en cualquier momento puede renovar las autoridades.
Como se sabe, tampoco existe el costo empresarial, que son los altos sueldos gerenciales (más de diez veces el del obrero de planta). La parte que antes se destinaba a los empresarios, los trabajadores la convirtieron en inversión, sólo ellos pueden exponerse a no cobrar un peso en una primera etapa de producción.
El 10 de octubre de 2002, a través de la ley 910, se declaró el uso provisorio por dos años de la cooperativa La Nueva Esperanza. Para ese momento, los sueños de decenas de obreros, que algunos creyeron utópicos, comenzaron a tomar forma. El 25 de noviembre de 2004, y después de dos años de una producción favorable a los trabajadores, la Legislatura aprobó la ley 1.529 en la que se cedió definitivamente la fábrica a los obreros.
No obstante, en 2001, los antiguos dueños habían llevado a la compañía a concurso preventivo, y se presentó un inversor, que compró activos en el curso de la convocatoria, haciendo uso de la figura legal del cramdown (desplazamiento de los acreedores por parte de un comprador). Pero como el Gobierno había decidido otorgar la explotación de la fábrica a los obreros, el cramdownista inició acciones legales, e instó al Estado a pagar una indemnización de un millón y medio de pesos. Situación que hasta el momento no ha sido resuelta.
Cuando se discutió en la Legislatura la aprobación de la ley que permitía el uso parcial de la fábrica a los trabajadores, el bloque radical no bajó a votar.
Los motivos de esta oposición se hicieron públicos: "La UCR se opone al proyecto de ocupación transitoria de Grissinópoli porque considera que la firma está en etapa de concurso preventivo, sus dueños están realizando este trámite, y además hay otros acreedores que pretenden las acciones de la empresa ", declararon al diario Ámbito Financiero fuentes del sector radical. Fue este argumento el que expusieron los bloques derechistas que luego cuestionaron abiertamente el proyecto en el curso de la reunión.
A medida que pasaba el tiempo (siete meses duró en total la ocupación) la sensación de creer que en cualquier instante podría ocurrir lo peor era desesperante. Sin embargo, ante la adversidad, la resistencia obrera se hizo más fuerte y no cedió en ningún momento. Y, aún hoy, continúa en la misma dirección.

"AMOR SE LLAMA EL JUEGO EN EL QUE UN PAR DE CIEGOS JUEGAN A HACERSE DAÑO" - Joaquín Sabina

SOL DE OTOÑO


Una historia entre tantas

Por Tamara Alvarez Brasil

El sol parecía rozarle la piel, acariciarla, dorarla; la abrazaba mientras caminaba por la calle principal sin más ni menos preocupaciones que ella misma. Absolutamente ausente de lo que pasaba alrededor, caminaba absorta, casi sin expresión en el rostro, como un fantasma se deslizaba con pasos cortos y cansados, desconocidos para sus piernas jóvenes. El sobre blanco en su mano, apresado por la firmeza de sus dedos, parecía impávido e ignorante de la brisa que se animaba a mover las hojas amarillas amontonadas en las veredas. Y allí, agazapada en el fondo del sobre, la confirmación que días antes dos líneas habían provocado temor.
Caminó sin rumbo largo rato, como si en alguna esquina el viento pudiera acercarle la r
espuesta perdida a esa pregunta que estaba girando a su alrededor.
Un temor desconocido se apoderaba de su cuerpo lentamente hasta paralizarlo, la recorría, la invadía sin dejar libre ninguna terminación nerviosa. Solución a la vista no tenía, aunque el “problema” ya estaba planteado y latiendo. Salidas, solo dos: tenerlo o no. Lo que siguiera a cualquiera de las dos, iba a acompañarla por el resto de su estadía en este mundo.
Decisión. Encrucijada. Se sentía más sola que nunca aunque estaba acompañada. Dentro suyo, el asombro, la alegría, la angustia, la sorpresa. Inmensa soledad.
Los días pasaron. Las hojas siguieron cayendo y amontonándose en las esquinas, remolineando al compás del viento. El sol calentaba cada vez menos y, con timidez, entrelazaba sus rayos en las ramas casi desnudas de los árboles. Su paso cansino seguía caminando las calles. En su cabeza, la inseguridad por la decisión a tomar. Jorge estaba, eso lo sabía, estaba firme junto a ella pasara lo que pasara. En su cara, de todas formas, se dibujaba la desilusión pero él, en el fondo, sabía que por más que hablara tanto y de tantas cosas, ella por ahora no escucharía nada más que el palpitar de su pecho y la única pregunta que invadía su conciencia. Pilar, la hermana que la vida le había regalado, tenía una posición muy clara al respecto. Entrelíneas (siempre muy sutil ella) había deslizado que no estaba de acuerdo con una posible interrupción, que las leyes de la vida y las vueltas del destino habían deparado esto y que, lo más conveniente, era hacerse cargo de la situación, enfrentar los cambios venideros. Marta, con una experiencia similar a cuestas, consideraba que lo mejor era pasar este momento y seguir adelante, la vida brindará seguramente nuevas oportunidades en un futuro.
Decisión. Indecisión. Confusión. El teléfono lo había conseguido por un conocido de una conocida de un amigo, un contacto lejano de alguien que había hecho uso de la posibilidad tiempo atrás y con resultados satisfactorios.

Caminó por un pasaje paralelo a la gran plaza que latía de gente como cualquier día laboral. 2º “F”. Ese era el timbre que tenía que tocar, camuflado entre algunas decenas de botones similares, dispuestos uno al lado del otro y uno debajo del otro en una cuadrícula perfecta que se expandía frente a sus ojos vidriosos ya casi sin brillo. El alto edificio se erguía entre otros no tan altos, más parecido a una oficina que a una clínica. Estaba ahí, bajo el abrazo de Jorge que la apretaba conteniéndola, pero sola. Nunca se había sentido así. Al fin y al cabo, era su decisión. Respiró profundo y cerró los ojos.


“Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”


Es la consigna bajo la cual coinciden cientos de organizaciones que participan de la Campaña Nacional por el derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. A principios de 2007 se presentó un proyecto de ley que propuso la despenalización y legalización del aborto para que las mujeres que decidan interrumpir un embarazo reciban atención médica, segura y gratuita, en los hospitales públicos de todo el país.
“Despenalizar y legalizar el aborto es reconocer que no hay una única manera válida de enfrentar el dilema ético que supone un embarazo no deseado. Es reconocer la dignidad, la plena autoridad, la capacidad y el derecho de las mujeres para resolver estos dilemas y dirigir sus vidas, es aceptar que el derecho a decidir sobre el propio cuerpo es un derecho personalísimo ya que éste es el primer territorio de ciudadanía de todas las personas (…). La legalización del aborto no obliga a ninguna mujer a practicarlo; el objetivo es que las mujeres que deciden interrumpir un embarazo lo hagan sin poner en peligro ni su salud, ni su vida, ni su dignidad.” (www.derechoalaborto.com.ar; www.abortolegal.com.ar/sitio). En la Argentina se realizan más de medio millón de abortos al año y el fallecimiento por intervenciones de este tipo sin las condiciones de asepsia correspondientes es la principal causa de muerte materna.

"EL HOMBRE ES UNA ABSURDA MAQUINA QUE PRODUCE PARA CONSUMIR Y CONSUME PARA PRODUCIR" - Herbert Marcuse

LOBO SUELTO, CORDERO ATADO


¿Es el hombre violento por naturaleza? ¿Es la sociedad violenta con sus miembros? Estas son algunos de los dilemas morales que plantea La Naranja Mecánica. Dirigida por Stanley Kubrick, el film constituye una de las mejores críticas al paradigma de la psicología conductista.

Por Agustín Zeoli


Quizás suene exagerado pero la obra maestra de Kubrick tiene los méritos suficientes como para hacer honor a tal categorización. Basada en un libro de Antonie Burgess, la película construye una metáfora sobre el rol que tienen las instituciones de control en las sociedades modernas. Uno de las temáticas trata, principalmente, acerca de la libertad del individuo contrapuesta al bien del colectivo, o más bien se plantea como hasta qué punto es legítimo que una sociedad, a través de sus representantes, destruya al individuo en función del interés general.

Alex, fanático de la violencia, el sexo y la música de Beethoven es traicionado por su grupo de drugos (amigos) y es encarcelado por homicidio. La única manera de salir de prisión antes de cumplir toda su condena es sometiéndose a un tratamiento “antiviolencia” llamado experimento Ludovico. Sin embargo, las consecuencias que sufre el protagonista al término del tratamiento muestran hasta que punto es posible considerar la problemática de la violencia individual desde una sanción de una ley hasta un plan de prevención de posibles delitos (Spielberg en “Minoriti Report” esboza un tímido bosquejo al respecto, a propósito, ¿el plan incluye a los ladrones de guante “blanco”?).

Desde un punto de vista, La Naranja Mecánica puede tomarse como una película que mezcla elementos de ciencia ficción, suspenso y drama. Observando con más detenimiento, es un film que reflexiona sobre la violencia inherente al ser humano, como así también las reglas que moldean una sociedad. La hipocresía del sistema político que especula constamente tratando de convencer a Alex que puede ser reinsertado socialmente, como si nada le hubiese sucedido, es puesta de manifiesto a lo largo de 137 minutos.

La basura debajo de la alfombra. Cualquier coincidencia con nuestra realidad cotidiana no es mera casualidad.

Los discursos apologéticos de mano dura que pregonan oscuros personajes (que el sensacionalismo mediático propaga a través del fundamentalismo del sentido común) quieren convencernos que la tan mentada inseguridad se soluciona con “saturar de policías” las calles. Pero saben que la raíz de la violencia radica en los planes económicos que ellos mismos se encargaron de pergeñar. Luego de ver La Naranja Mecánica, es útil preguntarse si todavía es posible pensar en un disciplinamiento social vinculado a un espacio cerrado (Cárcel, Fábrica) o con el advenimiento de lo que muchos historiadores llaman sociedades postindustriales, el sometimiento se da “al aire libre”, es decir, a través de mecanismos vinculados al consumo.

Es absurdo permanecer impasible frente a la transformación que sufre Alex a lo largo de la película, pero sería un pecado mayor pretender hacerse el distraído cuando lo que está en juego son los cimientos de la propia sociedad. Hasta qué punto Alex y sus amigos son libres. Es uno de los interrogantes pendientes.

En un país en el que es moneda corriente abandonar a sus integrantes a la deriva y donde los grupos estigmatizados reivindican su exclusión como su signo de identidad, los discursos que alientan el darwinismo y fomentan una caza de brujas contra todo aquel que busca alterar la pax social, no hacen más que juzgar que muchos jóvenes ya tienen su condena, son los que ya están muertos vivos.

LA SIGUIENTE HISTORIA ESTÁ BASADA EN HECHOS REALES

Por Juan Pablo Manente

Esa mañana, como tantas otras, Fernando se deslizó desde su casa hacía el andén de la estación San Andrés del ex-ferrocarril Mitre. Era agosto, el frío enrojecía la piel, y para colmo había olvidado sus guantes. El tren debía llegar a las nueve en punto, pero como siempre se retrasó. La plataforma se encontraba inundada de gente.
Al arribar el gusano metálico, exactamen
te a las nueve y veinticinco, todos se preparaban, era un ritual, se miraban con desprecio, colocaban sus billeteras en los bolsillos delanteros, amarraban bien fuerte sus bolsos, sabían muy bien lo que estaba por acontecer. Al estacionar, se abrieron las puertas, en grupos de a veinte se esforzaban por entrar primero. Fernando estaba listo, nada importaba. Los que querían bajar empujaban a los que querían subir, los chicos y los ancianos eran lo de menos, ellos ya estaban perdidos.
-¡Más despacio enferma! -gritó un joven a una señora de un extraño peinado.
-¡Calláte la boca pendejo hijo de una gran puta! -exclamó la mujer.
Después de cinco minutos y fallidos intentos, las puertas lograron cerrarse. Un señor de traje se empeñaba en leer el diario, pero el matutino chocaba de lleno contra la nariz de un hombre que se esforzaba por respirar.
El tren llegó a la estación San Martín, y acá sí que la cosa se puso seria. Un pelirrojo, con miles de pecas en el rostro, pretendió a fuerza de golpes subir con su bicicleta al furgón.
-¡A ver si me dejan pasar la concha de su hermana!, soltó con aire de rebelde.
De inmediato, dos guardias corpulentos se acercaron, lo sujetaron de los hombros,
y lo arrojaron contra una de las boleterías.
-¡La próxima vez fosforito, vas a parar a la comisaría, ¿entendiste?
Luego del incidente, las puertas volvieron a juntarse.
Fernando abrió bien los ojos y observó unas largas piernas que terminaban en un trasero vigoroso. Mientras recorría el bello paisaje, una mano, entre las miles que había, acarició suavemente aquellas curvas.
-¡Ey negro de mierda, que carajo estás haciendo! -dijo la joven, que trataba de darse vuelta para divisar al culpable.
-¡Pero que te pasa pelotuda, no ves que estamos todos apretados, qué te voy a tocar el culo, si ni
me puedo mover!.
-¡Sos un pajero!
-Uy, pero mirá esta mal cojida... ¿te vino la menstruación qué estás tan nerviosa?
-¿Nadie va a defender a la señorita?, parece que no quedan más caballeros -se enojó una mujer que presionaba involuntariamente su rostro contra una de las ventanas.
-No se preocupe señora, yo me puedo defender sola.
- Se dan cuenta que nos peleamos entre nosotros, cuando la culpa la tiene est
a empresa de mierda que nunca cumple con los horarios y que pone cuatro vagones para un millón de personas –razonó un escultural y atlético señor que estaba sentado en el asiento reservado para los discapacitados y embarazadas.
-¡Hay que prender fuego todo! -soltó el ciego que estaba parado al lado del señor.
-En realidad la culpa la tiene el hijo de re mil putas de Carlos Menem que privatizó todo, incluido los ferrocarriles, pero claro, cuando lo hizo nadie dijo nada, todos se callaron la boca, ahora jódanse –explicó un viejo.
-¡Pero cerrá el orto zurdo de mierda!
-¡Andá a comprarte una licuadora infeliz!
La formación arribó a Retiro a las diez y media. Cientos de personas se desprendieron de los vagones con la misma rapidez que un sueldo de clase media se desprende de los bolsillos.
Fernando llegaba otra vez tarde a su trabajo, pero en realidad no importaba, él estaba ahí de paso, era un medio para ahorrar plata e irse de viaje, escapar a algún lugar encantador en donde no exista el ruido ensordecedor de las bocinas, ni el “la próxima que llegás a esta hora te despido”, ni chocar de frente con alguien sin pedir disculpas. Buscaba un sitio en el que el tiempo fuera infinito y que se encontrara a años luz de la nula sensualidad que emana la ciudad en horas de oficina.

"PODRAN ACABAR CON TODAS LAS FLORES, PERO NUNCA DETENDRAN LA PRIMAVERA" - Ernesto Che Guevara

FLOR DE LOTO


Con delicada parsimonia en su forma de hablar, el bluesman Botafogo condujo a Rebvelados por paisajes que incluyeron desde la actualidad sociopolítica argentina hasta el psicoanálisis de Carl Jung.

Por Emiliano Bezus Espinosa

“Dejame que sostengo el grabador”, dice Miguel Vilanova, mientras lo toma con su mano izquierda y en la otra sostiene un teléfono inalámbrico. Recuesta su metro ochenta en uno de los tres sillones negros del living de su casa-estudio y estira las piernas. Detrás suyo con mirada sepia, B.B. King se sale de un cartel dispuesto sobre la entrada, vigilando el encuentro con el guitarrista vegetariano. Ni siquiera en las cuatro llamadas que atiende suelta el grabador, únicamente al final, cuando lo apaga.

“Al principio me daba un poco de vergüenza hablar en las letras de la espiritualidad, de una filosofía de vida. Porque dentro del rock no queda bien y las empresas no te dan pelota. Quiero que a la gente le llegue la mayor cantidad de los temas que compuse, en las letras está la propuesta. Hablo de todo un poco: de física cuántica, de alimentación, de una visión sociopolítica de lo que está pasando, de que hace falta más blues en las radios, de cuestiones propias, de una búsqueda espiritual. Un poco como para que en este mar haya una gota, que no se hable siempre de paco, de merca, de alcohol, de joda”, explica Botafogo.

¿Qué provocó que decidieras incluir esta temática en las canciones?
Es una cuestión de dignidad. Tengo derecho a expresar lo que siento, lo que pienso, entonces lo hago. Antes por ahí no, porque pertenezco a una generación cascoteada. Hasta alguna vez tuve que decidir irme del país (N. de R.: entre 1977 y 1984 Miguel se exilió en Madrid) y pagué el precio de que mis padres murieran sin que yo estuviera acá. Cuando volví no tenía ni casa, ni padre, ni madre, ni familia, ni nada. Soy de la generación que pide permiso para ir al baño, y que tiene miedo de todo, que cuando un policía le pide el documento mira para abajo. O cuando vas a sacar el pasaporte el de seguridad te dice “¿usted qué es?”, “músico”, “¿y de qué trabaja?”, te dice mientras se ríe. Entonces esbozas una sonrisa, en vez de mandarlo a la concha de su madre. Sin embargo, uno tiene por ahí un prurito: la propia convicción de querer escribir sobre todas estas cosas.

Terminamos el año con una presidenta electa por primera vez en nuestra historia, ¿cómo ves el país hoy y que perspectivas tenés para el futuro?
Nosotros no tenemos perspectivas porque pisamos un suelo abonado en sangre, de un genocidio que como pocos hubo en el planeta. Acá se eliminaron millones de personas, que vivían antes que vinieran nuestros ancestros europeos. Nosotros caminamos sobre esa sangre. Decimos que somos la argentinidad al palo, la bandera y nos emocionamos cuando gana la selección. Todo eso es basura: la bandera, el himno, los escudos, eso es basura pura. Tenemos que devolverle a los indios, a los pueblos originarios las tierras que le sacaron los Fortabat, los Martínez de Hoz. Hasta que no reivindiquemos su derecho a la vida y a la igualdad, y no le demos una representación perenne en el Congreso de la Nación con voz y voto; nunca vamos a poder tener proyección de felicidad ni de éxito como país. Es ley de vida.

Desde tu lugar de músico ¿cómo luchas contra esto?
Y, poder difundirlo es una forma. Ustedes que también están cerca y lo transmiten. Pero me parece que toda esta situación tiene algo positivo: La flor de loto es una flor blanca, hermosa y que significa la pureza; además crece sobre el fango. Entonces yo todo esto me lo aguanto y por eso estoy acá. Formo parte del fango porque se que en algún momento voy a ser parte de la flor de loto. Es en lo que creo.

Hay una cuota de esperanza ahí.
Por supuesto. El Universo parece un caos, pero hay una Inteligencia que rige todas las cosas. Una oruga cuando vos la ves, es una sopa inmunda que ningún científico, ni Einstein, saben qué carajo está pasando cuando después se convierte en mariposa.

¿Cómo llegaste a esa creencia del Universo y de la Inteligencia?
Por todos los grandes maestros que hay en la humanidad: Krishnamurti, Osho, Deepak Chopra, Wayne Dyer, Carl Jung, Sigmund Freud. Leo todo lo que puedo, lo que me da el intelecto para entender. Recuerdo “Sueños y pensamientos” de Jung. Leí muchas introducciones a la psicología de Jung, porque antes de comprenderlo hay que entender más o menos lo que el tipo propuso.

¿Sos de anotar los sueños que tenés?
Sí. A partir de Jung y todo ese merengue empecé a anotarlos. Hace tres años que estoy registrando los sueños y los hablo con mi psicóloga, con Teresita Faro de Castaño que es una genia. En algunos casos que fueron muy claros escribí canciones con eso. Pero por el momento solo forman parte del autoconocimiento.

¿Por qué crees que a pesar del difícil escenario con el que tenemos que lidiar, siguen saliendo artistas, músicos y escritores?
Porque son los nutrientes del fango. Son los tipos que te dicen “dale, dale, dale loco, vamos para arriba, vamos para acá”. Cuando yo era pibe leí en un reportaje al flaco Spinetta que decía “ustedes tienen que subir a nuestro nivel, nosotros no vamos a bajar allá”. Parece algo feo, pero no. Es con autoridad, no con autoritarismo. Con aristocracia, que quiere decir: los mejores. No habla de los garcas como Amalita Fortabat, no, se refiere a los mejores entre todos nosotros. Ellos son las florcitas de loto que salen de este fango. Spinetta, Charly, los pintores, los actores, los artistas, los directores de cine, los pibes que hacen de todo en todos los rangos; en el periodismo, en la arquitectura, etcétera. En este fango siempre salen florcitas, pero lo lindo y el sueño grande es que seamos un país entero así.


El sucesor de Don Vilanova

2004 fue el año en que Botafogo editó su último disco. Junto a la banda que lo acompaña hace cuatro años, conformada por Silvana Colagiovani en la batería, Gustavo Lozano en el piano, Rafael Pravetoni en el bajo, Sergio Arias en la guitarra y con la flamante producción (por segunda vez) de su hijo Andrés Vilanova, están en plena etapa de preparación.
“Estamos haciendo ensayos de preproducción. Se aseguran todas las estructuras de los temas, por ejemplo, Andresito nos propuso reformar un par de estructuras de algunos temas. A mí me gustaría que salga ayer, pero le voy a dar bola a mi hijo. Supongo que si pudiéramos grabar en el verano, para marzo podría llegar a estar. Nunca se sabe porque viste, Andrés con Carajo tiene actividades, yo tengo actividades, algunos de los músicos que tocan en la banda también tienen sus propios proyectos. Acá hay que trabajar un poco con los horarios de todo el mundo, así que por ahí se atrasa, pero lo principal es que salga un lindo disco y que lo que le llegué a la gente sea bien digno”.