INFORME / lo audiovisual

Medios y escuela: ¿una articulación posible?

Pensar la educación multimedial requiere comprender una alfabetización que conciba la cultura audiovisual como objeto de estudio escolar; objeto que no puede ser dejado de lado en un contexto en el cual los niños son alfabetizados de primera mano por los medios, antes incluso de su entrada a las filas de la escuela formal y de guardapolvo blanco.

Por Tamara Alvarez Brasil y Romina Sanchez

La cultura audiovisual concebida de esta manera se transforma en el primer paso hacia una lectura crítica de lo que se consume en tanto objetos culturales, en una sociedad fuertemente regida por un mercado del sentido cada vez más amplio y dominante (el valor monetario de la información), y a la participación en cuanto a producciones autónomas se refiere. Resulta pertinente entonces, en un contexto en el cual los consumos mediáticos permean nuestra vida cotidiana en su totalidad, insertar la educación en medios al trabajo diario en la escuela.

¿Qué es la educación en medios?
No se puede pensar a los medios de comunicación e información por fuera de la cotidianeidad de nuestras vidas ya que, actualmente operan como agentes socializadores cuyos discursos son parte constitutiva de las identidades individual y colectiva. Teniendo en cuenta que los jóvenes se han transformado en blanco privilegiado de la industria cultural, no podemos desentendernos de la necesidad de encarar la alfabetización multimedial como parte constitutiva del ámbito de la escuela.
En este sentido, pensar en Educación en Medios supone la reformulación de dicho espacio tradicional, su manejo monopólico del saber y del conocimiento. También de la formación de los individuos en nuestras sociedades, para conllevar a la apertura de ese espacio hacia nuevos modos de alfabetización que tengan en cuenta la fuerte injerencia de los medios en la formación de identidad y la necesidad de formar sujetos críticos y autónomos respecto de esos discursos mediáticos.
Por los medios de comunicación circulan representaciones, que no dejan de ser algunas de las tantas posibles y que, respondiendo a su misma naturaleza son construcciones relacionadas con determinados intereses y posiciones ideológicas.
Pensar en Educación en Medios implica el compromiso con la promoción de una lectura crítica ante los propios consumos de productos culturales. Y de la mano de esto, por qué no, el replanteo de las relaciones de poder dentro y fuera del aula, como un acto de democracia que va mucho más allá del acto electoral obligatorio y que se inscribe en la cotidianidad misma de la vida social.
El segundo pilar de la Educación en Medios, de la mano de la lectura crítica, es la producción alternativa que implica el compromiso de la propia creatividad y el lugar activo de los sujetos, la puesta en juego de la subjetividad. Alfabetización en medios implica la lectura y la escritura, la interpretación y la producción, reconociendo la dimensión social de la puesta en común y el armado de productos en colaboración grupal. De esta forma se reflejan los consumos culturales de los estudiantes, las relaciones intergrupales, su interpretación de los medios y sus productos. Entender esta relación como una relación dialéctica es parte fundamental de este proceso en el cual análisis crítico, producción y reflexión nunca son parte final del proceso sino que se resignifican y construyen mutuamente recapitulando lo aprendido, reflexionando sobre lo producido y corrigiéndolo como parte constitutiva de un ciclo.

La puesta en práctica o qué pasa a la hora de entrar en un aula
El origen de esta reflexión se inscribe en la experiencia de campo producto de un taller que es parte de la Carrera de Ciencias de la Comunicación Social de la UBA. El trabajo de campo consistió en la articulación entre un proyecto de educación en medios y la asignatura Lengua, en un segundo año de una E.S.B. en el conurbano bonaerense.
La puesta en práctica requiere el replanteo de objetivos iniciales y la reprogramación de actividades; todas estas, cuestiones comunes a cualquier articulación entre práctica y teoría. Tal práctica, más allá de la riqueza de la experiencia, permite vislumbrar algunas problemáticas que parecen encontrarse bastante lejos de los consumos cotidianos, del contexto socioeconómico de los sujetos, pero sobre todo y esto es lo más preocupante, deja en evidencia la brecha cada vez más grande entre el lugar en el que se toman las decisiones políticas y se planifica la vida escolar de esos sujetos y las condiciones económicas, de infraestructura y recursos y los movimientos culturales y sociales que forman parte de esa vida social.
¿Un nuevo papel de la docencia?
Pensar en educación en medios no implica encender la televisión dentro del aula sino que requiere insertar la alfabetización multimedial al trabajo cotidiano en la escuela, ya sea bajo la forma de materia, con contenidos específicos y puntuales.
Si bien una propuesta de educación en medios es leída como una novedad en el ámbito escolar, no supone una clara y comprometida inserción en el aula dentro de un paisaje en el que los medios continúan siendo concebidos como ventanas abiertas y transparentes que muestran el mundo tal cual es, que reflejan “lo que pasa”, “lo que hay que saber antes de salir de casa”. Y lo que es peor naturalizando las relaciones de poder y los intereses económicos y políticos que manejan los hilos de un mercado de bienes culturales cada vez más amplio, de holdings de medios convertidos casi en verdaderos monopolios del sentido. Los massmedia muestran menos de lo que a propósito ocultan.
También es imprescindible realizar una revisión de la formación docente e insertar en ella no sólo una aproximación a lo que la educación en medios refiere, sino también una preparación constante y continua, pudiéndose convertir esto en un primer paso para la legitimación de este campo que no encuentra aún la manera de insertarse en la vida escolar. En este sentido el investigador y profesor del Media Education Centre de la Universidad de Southampton (Inglaterra) Andrew Hart, afirma que “para participar activamente en las prácticas democráticas, es vital comprender y tener algo que opinar en los procesos de los medios.”

Y entonces ¿qué hacemos?
En un contexto mundial en el que las reglas del mercado parecen ser las que plantean el juego en todos los campos, más que nunca la formación docente tiene que asumir el espacio crítico, público y político que en pocas oportunidades ha asumido.
A grandes rasgos y como se evidencia al momento de abrir la puerta del aula, la educación en medios es una materia pendiente en los programas escolares, y más si tenemos en cuenta que nuestra identidad sociocultural se encuentra fuertemente delineada por lo que vemos en televisión, lo que escuchamos en la radio y a través de las páginas que navegamos en Internet. Llegados a este punto debemos afirmar que no se puede pensar a los medios masivos por fuera de la cotidianeidad de nuestras vidas y del papel que juegan en la constitución de la identidad individual y colectiva. Igualmente, pensar en educación en medios en un contexto como en el que se encuentra la educación argentina, si a recursos materiales, económicos y de infraestructura se refiere, parece convertirse en una utopía. De todas maneras, la formación de individuos críticos, reflexivos y participantes acerca de sus propios consumos culturales y de sus propias construcciones y producciones, hace posible pensar en un universo de sentido puesto en la lucha de los tiempos que corren.

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