REPORTAJE / una charla a través del ciberespacio con Alfonso Gumucio Dagron

Participar y fortalecer en conjunto

Miles de kilómetros de distancia no deben ser escollo para entrevistar al que transita por las artes de la escritura, el cine y la fotografía. Gumucio Dagron vive en Bolivia y es también especialista en Comunicación para el Desarrollo Social. Nacido hace 59 años, ha viajado y vivido en lugares como España, Francia, Nicaragua, Burkina Faso y Nigeria. Sin planes para visitar la Argentina durante la primera parte del 2009, accedió agradablemente a ser reporteado vía e-mail.

Por Emiliano Bezus Espinosa


Antología odisea
A fines del año pasado el escritor presentó la Antología de Comunicación para el Cambio Social: Lecturas Históricas y Contemporáneas, labor realizada en conjunto con el Doctor en Comunicación de la Universidad de Copenhagen Thomas Tufte. Esta realización de dimensiones monumentales con 1.500 páginas y 200 textos de 150 expertos sobre la comunicación para el cambio social, les llevo cinco años de persistente trabajo. Aunque no era la primera vez que Alfonso embarcaba en titánica tarea: “En 1980 publiqué junto a mi colega Guy Hennebelle, crítico de cine (ya fallecido), un libraco similar sobre films latinoamericanos, la historia de la cinematografía en cada país desde sus orígenes hasta la fecha de publicación del libro. Se publicó en Francia con el título Les Cinemas d’Amérique latine y la diferencia es que aquella vez tuvimos que coordinar a un grupo de autores para que escribieran capítulos originales, en cambio para la Antología hicimos una selección de textos ya publicados. El trabajo de coordinación con los autores fue mucho más difícil en el libro sobre cine, porque en esa época no había e-mail e Internet, y toda la correspondencia se hacía a través de cartas que a veces tardaban dos o tres semanas en llegar a su destino”.
De regreso al presente el artista boliviano continúa presentando la Antología en varios países latinoamericanos invitado por entidades locales, tal cual lo hizo en la ciudad de Quito a fines de enero, Cali y Bogotá a comienzos de marzo. Pero este itinerante y retroactivo poeta tiene varios proyectos literarios en cantera para el 2009 y 2010, como “Una reedición de mis tres primeros libros de poesía; una biografía del primer cineasta boliviano, José María Velasco Maidana; y un libro que reúne mis textos de comunicación escritos en los últimos años. Hay más libros en proceso, pero necesito tiempo para terminarlos”.
Las desventajas de la entrevista por correo electrónico son la pérdida de la repregunta inmediata y no sentir el tono de voz del entrevistado, no percibir en que palabras o conceptos pone énfasis, sin embargo con Alfonso ocurre lo contrario. Releyendo sus textos al misto tiempo que esta nota es escrita, buscando datos biográficos uno imagina un hombre de dicción serena, templada y más que certera.

Estación esperanza
Imposible no pedirle al autor de Las Radios Mineras de Bolivia algunas palabras sobre la radio comunitaria “El verdadero sentido de una radio comunitaria está relacionado con la participación democrática en la toma de decisiones. Hay muchas emisoras que se auto-definen como tal, pero en realidad son proyectos de ONGs o de grupos culturales, donde las decisiones se toman en un grupo pequeño. Creo que no exagero si digo que el 90% de las emisoras que se llaman “comunitarias”, no lo son en realidad. La vocación de una radio es fortalecer las voces de un universo delimitado cultural, social y políticamente. Una radio se debe a su comunidad y cuando intenta separarse de ella para ganar más público, por lo general se desnaturaliza y pierde interés y contenido”.
Como la teoría no es nada sin la práctica, Alfonso relata el accionar de la radio comunitaria en un contexto violento como el colombiano: “Un ejemplo estimulante de esto son las emisoras de radio del Magdalena Medio, en Colombia que operan en los márgenes del Río Magdalena, una zona severamente afectada por los enfrentamientos entre la guerrilla, los paramilitares y el ejército. Estas emisoras agrupadas en la red AREDMAG, trabajan para la paz en medio de un sangriento conflicto. La manera como lo hacen es sin tomar partido pero promoviendo valores sobre todo entre los más jóvenes, abriendo espacios en la programación para que grupos de jóvenes organizados puedan elaborar sus programas”.

Ninguna palabra es inocente
“Me críe viendo televisión, escuchando radio y leyendo diarios; continúo haciéndolo y siempre llamé a estos ‘medios masivos de comunicación’. Sin embargo Alfonso Dagron niega este concepto porque “No existen los medios masivos de comunicación. Eso está mal dicho. Lo que hay son medios masivos de información y de difusión. La comunicación es en dos sentidos y los medios masivos a los que alude la pregunta no lo son”. Valiéndose de las definiciones del teórico venezolano Antonio Pasquali, hiere de muerte mis malos dichos al esgrimir: “La expresión medio de comunicación de masas contiene una flagrante contradicción en los términos y debería proscribirse. O estamos en presencia de medios empleados para la comunicación y entonces el polo receptor nunca es una “masa”, o estamos en presencia de los mismos medios empleados para la información y en este caso resulta hasta redundante especificar que son “de masas”. Todos los canales artificiales hoy empleados para la “comunicación” con las masas silencian, por su propia estructura al sujeto receptor y bloquean su capacidad interlocutora.”
El Consorcio de Comunicación para el Cambio Social, es un proceso de participación a través del diálogo, que permite fortalecer las voces de los que han sido marginados y empobrecidos por la exclusión y la discriminación. Pero también incluye políticas de comunicación en los organismos para el desarrollo y la cooperación internacional, para fortalecer las estrategias y el financiamiento a una comunicación que facilite la participación en programas y proyectos. El desempeño de los gobiernos nacionales es fundamental para tal proceso, en Sur América el escenario es un oximoron desalentador y estimulante ya que “Primero nuestros países carecen de políticas de comunicación para el cambio social; por lo general confunden la comunicación con las telecomunicaciones. Segundo, el poder de los medios comerciales tiene sometidos a casi todos los gobiernos de nuestra región con las manos atadas, incapaces de crear políticas y de regular a los medios comerciales, que hacen lo que les viene en gana y gritan “censura” cuando se intenta señalar la responsabilidad social que deberían tener. Tercero, los pocos gobiernos (por ejemplo Venezuela, Bolivia, Ecuador) que se enfrentan al poder de los medios privados, lo hacen de manera torpe, porque en lugar de fortalecer los medios públicos y comunitarios tratan de cooptarlos como medios gubernamentales restándoles independencia y calidad. Sin embargo hay avances, por ejemplo Uruguay ha legislado a favor de los medios comunitarios, otorgando al menos un 30% del espectro radioeléctrico analógico y digital a la radio y a la televisión comunitaria. Colombia, un país contradictorio en su política, está apoyando también a los medios comunitarios otorgando varios centenares de licencias para radios comunitarias e indígenas. Mientras tanto países supuestamente progresistas o “socialistas” como Brasil y Chile, autorizan a las emisoras comunitarias con enormes limitaciones en cuanto a su potencia y su alcance, ejerciendo de esa manera una fuerte censura y favoreciendo a los medios de difusión comerciales. El caso extremo de asedio y persecución de las radios comunitarias e indígenas es Guatemala, un país feudal y atrasado en su estructura social donde una minoría mantiene el poder en detrimento de una mayoría excluida y discriminada”.
Quien lee el blog de Alfonso (http://gumucio.blogspot.com/), entrevistas, ponencias y diferentes artículos siente sus ganas y empeño en toda actividad emprendida. Habiendo tenido una vida tan intensa, ¿Qué lo mueve a seguir haciendo con ese deseo y fuerza?
“Uno hace lo que puede y lamentablemente no hay tiempo para hacer más. Mis jornadas son de siete días a la semana, 14 o 15 horas diarias. En realidad eso no es bueno, pues yo debería dedicarle un tiempo al esparcimiento pero estos años han sido muy intensos y es difícil negarse a contribuir con nuevas propuestas y proyectos. Las tres horas que he invertido en responder a estas preguntas, son parte de ese esfuerzo por mantener el diálogo”.

-Extracto de la ponencia Tres retos de la comunicación para el cambio social realizada en la Universidad de Lima:
Palabras como “información” y “comunicación” –que utilizamos todos los días– no las entendemos de la misma manera ni siquiera los que compartimos los mismos ideales sobre la comunicación para el desarrollo. Por ejemplo, uno escucha a colegas referirse a los “medios de comunicación masiva”, para referirse a los medios de “difusión masiva” o de “información masiva”. Yo prefiero rescatar la raíz etimológica y conceptual de la palabra, communio, del latín, que quiere decir compartir, participar, fortalecer en conjunto…
Entonces me pregunto si parte de nuestros desacuerdos y divergencias, y también la falta de diálogo con las organizaciones de desarrollo, no viene en parte de esta falta de acuerdos sobre lo que significan palabras claves que están incorporadas en la jerga cotidiana del desarrollo y de nuestra profesión.
Si la comunicación es un proceso de intercambio y de diálogo, ¿no deberíamos ser más cuidadosos al usar la palabra “comunicación” para referirnos a los medios masivos? ¿No sería mejor ponernos de acuerdo en que son medios de información (aunque a veces de “desinformación”) y medios de difusión? ¿No podríamos hacer un esfuerzo para preservar la palabra “comunicación” para nombrar los procesos de intercambio horizontales, procesos de participación y de comunión en el sentido de compartir?

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