FLOR DE LOTO
Con delicada parsimonia en su forma de hablar, el bluesman Botafogo condujo a Rebvelados por paisajes que incluyeron desde la actualidad sociopolítica argentina hasta el psicoanálisis de Carl Jung.
“Al principio me daba un poco de vergüenza hablar en las letras de la espiritualidad, de una filosofía de vida. Porque dentro del rock no queda bien y las empresas no te dan pelota. Quiero que a la gente le llegue la mayor cantidad de los temas que compuse, en las letras está la propuesta. Hablo de todo un poco: de física cuántica, de alimentación, de una visión sociopolítica de lo que está pasando, de que hace falta más blues en las radios, de cuestiones propias, de una búsqueda espiritual. Un poco como para que en este mar haya una gota, que no se hable siempre de paco, de merca, de alcohol, de joda”, explica Botafogo.
Es una cuestión de dignidad. Tengo derecho a expresar lo que siento, lo que pienso, entonces lo hago. Antes por ahí no, porque pertenezco a una generación cascoteada. Hasta alguna vez tuve que decidir irme del país (N. de R.: entre 1977 y 1984 Miguel se exilió en Madrid) y pagué el precio de que mis padres murieran sin que yo estuviera acá. Cuando volví no tenía ni casa, ni padre, ni madre, ni familia, ni nada. Soy de la generación que pide permiso para ir al baño, y que tiene miedo de todo, que cuando un policía le pide el documento mira para abajo. O cuando vas a sacar el pasaporte el de seguridad te dice “¿usted qué es?”, “músico”, “¿y de qué trabaja?”, te dice mientras se ríe. Entonces esbozas una sonrisa, en vez de mandarlo a la concha de su madre. Sin embargo, uno tiene por ahí un prurito: la propia convicción de querer escribir sobre todas estas cosas.
Nosotros no tenemos perspectivas porque pisamos un suelo abonado en sangre, de un genocidio que como pocos hubo en el planeta. Acá se eliminaron millones de personas, que vivían antes que vinieran nuestros ancestros europeos. Nosotros caminamos sobre esa sangre. Decimos que somos la argentinidad al palo, la bandera y nos emocionamos cuando gana la selección. Todo eso es basura: la bandera, el himno, los escudos, eso es basura pura. Tenemos que devolverle a los indios, a los pueblos originarios las tierras que le sacaron los Fortabat, los Martínez de Hoz. Hasta que no reivindiquemos su derecho a la vida y a la igualdad, y no le demos una representación perenne en el Congreso de
Y, poder difundirlo es una forma. Ustedes que también están cerca y lo transmiten. Pero me parece que toda esta situación tiene algo positivo: La flor de loto es una flor blanca, hermosa y que significa la pureza; además crece sobre el fango. Entonces yo todo esto me lo aguanto y por eso estoy acá. Formo parte del fango porque se que en algún momento voy a ser parte de la flor de loto. Es en lo que creo.
Por supuesto. El Universo parece un caos, pero hay una Inteligencia que rige todas las cosas. Una oruga cuando vos la ves, es una sopa inmunda que ningún científico, ni Einstein, saben qué carajo está pasando cuando después se convierte en mariposa.
Por todos los grandes maestros que hay en la humanidad: Krishnamurti, Osho, Deepak Chopra, Wayne Dyer, Carl Jung, Sigmund Freud. Leo todo lo que puedo, lo que me da el intelecto para entender. Recuerdo “Sueños y pensamientos” de Jung. Leí muchas introducciones a la psicología de Jung, porque antes de comprenderlo hay que entender más o menos lo que el tipo propuso.
Sí. A partir de Jung y todo ese merengue empecé a anotarlos. Hace tres años que estoy registrando los sueños y los hablo con mi psicóloga, con Teresita Faro de Castaño que es una genia. En algunos casos que fueron muy claros escribí canciones con eso. Pero por el momento solo forman parte del autoconocimiento.
¿Por qué crees que a pesar del difícil escenario con el que tenemos que lidiar, siguen saliendo artistas, músicos y escritores?
Porque son los nutrientes del fango. Son los tipos que te dicen “dale, dale, dale loco, vamos para arriba, vamos para acá”. Cuando yo era pibe leí en un reportaje al flaco Spinetta que decía “ustedes tienen que subir a nuestro nivel, nosotros no vamos a bajar allá”. Parece algo feo, pero no. Es con autoridad, no con autoritarismo. Con aristocracia, que quiere decir: los mejores. No habla de los garcas como Amalita Fortabat, no, se refiere a los mejores entre todos nosotros. Ellos son las florcitas de loto que salen de este fango. Spinetta, Charly, los pintores, los actores, los artistas, los directores de cine, los pibes que hacen de todo en todos los rangos; en el periodismo, en la arquitectura, etcétera. En este fango siempre salen florcitas, pero lo lindo y el sueño grande es que seamos un país entero así.
2004 fue el año en que Botafogo editó su último disco. Junto a la banda que lo acompaña hace cuatro años, conformada por Silvana Colagiovani en la batería, Gustavo Lozano en el piano, Rafael Pravetoni en el bajo, Sergio Arias en la guitarra y con la flamante producción (por segunda vez) de su hijo Andrés Vilanova, están en plena etapa de preparación.
“Estamos haciendo ensayos de preproducción. Se aseguran todas las estructuras de los temas, por ejemplo, Andresito nos propuso reformar un par de estructuras de algunos temas. A mí me gustaría que salga ayer, pero le voy a dar bola a mi hijo. Supongo que si pudiéramos grabar en el verano, para marzo podría llegar a estar. Nunca se sabe porque viste, Andrés con Carajo tiene actividades, yo tengo actividades, algunos de los músicos que tocan en la banda también tienen sus propios proyectos. Acá hay que trabajar un poco con los horarios de todo el mundo, así que por ahí se atrasa, pero lo principal es que salga un lindo disco y que lo que le llegué a la gente sea bien digno”.
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