CGTA: CUANDO LA UNION HACE LA FUERZA


Por Agustín Zeoli

"Más vale honra sin sindicatos que sindicatos sin honra" y "Unirse desde abajo y organizarse combatiendo", son las frases que mejor sintetizan la experiencia que le dio origen a la CGT de los Argentinos (CGTA) que se instituyó a través del Congreso Nomalizador "Amado Olmos" del 28 al 30 de marzo de 1968.

Producto de las divergencias con la fracciones lideradas por conducciones burocratizadas como la de Augusto Timoteo Vandor (líder de la Unión Obrera Metalúrgica), en la CGTA confluyeron distintos sectores que abarcaban al peronismo más combativo, radicales disidentes, sacerdotes del movimiento tercermundista y partidos de izquierda. La actitud antiburocrática de la CGTA implicó un salto cualitativo en el modo en que los sectores más dinámicos y combativos de la clase trabajadora y el activismo peronista procesaron el desarrollo de su experiencia desde esa identidad política. De manera más explícita en algunos de esos sectores, de forma más latente en otros, con la CGTA se empezó a asumir como un hecho el fin de la condición movimientista original del peronismo, su quiebre en varios peronismos distintos y antagónicos. El ya famoso programa del 1 de mayo de la CGT de los Argentinos, redactado por Rodolfo Walsh en la tradición de los documentos liminares de La Falda (1957) y Huerta Grande (1962) de las 62 Organizaciones pre-vandoristas, aparece como la traducción sistematizada de esa emergente concepción clasista. Con el liderazgo del dirigente gráfico Raimundo Ongaro, la CGTA había núcleado desde su nacimiento a varios de los cuadros sindicales y políticos que habían enfrentado con mayor dureza al nuevo régimen militar. Entre los fundadores y el consejo directivo se encontraban los dirigentes Ricardo De Luca, de obreros navales y del Movimiento Revolucionario Peronista; Julio Guillán, de los telefónicos; Lorenzo Pepe, de la Unión Ferroviaria; Amancio Pafundi, de los estatales; Jorge Di Pasquale, de los empleados de farmacia; y Benito Romano, de los obreros azucareros.

Para lograr una real difusión de la postura de la central, se decidió editar un semanario conocido como el Semanario de la CGT de los Argentinos. Estaba dirigido por el propio Walsh, con una redacción integrada por periodistas como Horacio Verbitsky o Rogelio García Lupo. Llegó a tirar un millón de ejemplares y sus páginas sirvieron, por ejemplo, para editar por primera vez, dividida en varias notas, la investigación de Walsh sobre el asesinato del dirigente metalúrgico de Avellaneda, Rosendo García. "¿Quién mató a Rosendo?" es el más profundo análisis del significado político del vandorismo y de sus métodos de acción. El semanario permitió articular no sólo las experiencias de los obreros sino que también fue el escenario en el que se desarrollaron experiencias de militancia artística, como las del pintor Ricardo Carpani, o la muestra "Tucumán Arde" sobre los obreros de la zafra tucumana. A su vez, se proyectó el Grupo Cine Liberación, que permitió la utilización de la filmación como herramienta de formación y de organización política, a través de películas como "La hora de los hornos" de Fernando Solanas y Octavio Getino. Al poco tiempo de producirse el Cordobazo, la CGTA ingresa en una etapa de luchas constantes y en un proceso de lento desgaste de su poder organizativo. Se trata de un desgaste que es a la vez transformación: sus cuadros de dirigentes, sus activistas, van integrándose en otras formas de lucha, en organizaciones políticas y en organizaciones armadas. El propio Ongaro, Di Pasquale y algunos otros dirigentes de CGTA aparecerán, cuatro años después, integrando la conducción nacional del Peronismo de Base.


No hay comentarios.: