REBELDE CON CAUSA

Por Juan Manuel Giraldez

El 6 de agosto de 1976, Jorge Pistocchi fundó el Expreso Imaginario, la publicación que impulsó el movimiento de rock en Argentina. En la revista, se iniciaron como periodistas Alfredo Rosso, Claudio Kleiman y Roberto Pettinato. Hoy, Rosso conduce el programa de radio La Casa Del Rock Naciente que sale al aire por FM Rock and Pop. Kleiman escribe en la revista Rolling Stone. Pettinato es un consagrado conductor de televisión y radio. Pero Jorge Pistocchi siguió otro camino. A los 66 años, el creador y director del Expreso Imaginario vive en una casa antigua y descuidada que le prestó un amigo en La Boca. Apenas le alcanza el dinero para vivir. Sin embargo, se junta todos los miércoles con un grupo de vecinos de su barrio para realizar actividades comunitarias.




Cuando en 1975 Jorge Pistocchi tuvo la idea de crear el Expreso Imaginario pensaba en algo diferente a Mordisco, aquella publicación que había dirigido y que se centraba exclusivamente en la música. Tenía en mente la realización de un medio de comunicación que tuviera como eje a la cultura de rock pero que transmitiera un mensaje más allá de la música. “Pensaba que tenía que generarse un medio que difundiera un pensamiento caracterizado por la diversidad. A través de la revista, quería enfrentar una realidad que se iba rumbo a las cataratas”, expresa Pistocchi. Y no se equivocó. El 24 de marzo de 1976, las Fuerzas Armadas se hicieron cargo del poder. Comenzaba la dictadura bajo la cual 30.000 personas fueron desaparecidas.
A pesar de que la Junta Militar suprimió todo tipo de libertades, Pistocchi consideraba muy importante que saliera la revista. La publicación, cuya tirada mensual era de 10.000 ejemplares, se convirtió en la manifestación de un pensamiento contracultural. A través de notas sobre ecología, tribus aborígenes, historietas alternativas, Pistocchi buscaba demostrar a los lectores que era posible la existencia de un mundo distinto al que la dictadura promovía. “Pretendíamos detonar, muy sutilmente, una realidad en la que se hacía visible todo el disparate de esta sociedad”, afirma el fundador del Expreso mientras saca de una caja de cartón cuidadosamente cerrada, el segundo número de la publicación. El ejemplar se encuentra en perfecto estado a pesar de que pasaron treinta años desde que salió a la calle.
Durante su dirección en la publicación, Pistocchi estableció reglas con el fin de que las críticas discográficas no estuvieran al servicio de las grabadoras. Además tenía un estricto cuidado en las notas que se redactaban, sabía que no se podía escribir sobre política, sexo y drogas. Sin embargo, esos temas censurados se encontraban de manera implícita en los artículos de la revista. Seis meses después de haber ganado el Mundial del ‘78, Pistocchi escribió una editorial en la que señalaba la hipocresía que existía en el deporte profesional. “Nosotros le abríamos una puerta a los lectores y me parece que eso funcionó”, sostiene Claudio Kleiman quien define a Pistocchi como “un anarquista espontáneo con una creatividad inagotable”.
Aunque varias veces visitaron la redacción policías de civil que se presentaban como periodistas, Pistocchi nunca pensó en cerrar el Expreso. Incluso el propio director de la publicación manifiesta que esa situación lo estimulaba. Se sentía justificado, tenía una causa que no iba abandonar. Contrariamente a lo que ocurría afuera de la redacción de Cabildo y Teodoro García, el clima de trabajo adentro era fantástico. Había mucha energía. “Nosotros jugábamos partidos de fútbol en las habitaciones. La redacción era una islita, un espacio con mucha vida”, explica Pistocchi.
Sin embargo, tres décadas después de haber fundado el Expreso, los recuerdos de Jorge Pistocchi sobre aquella época no son totalmente felices. Todavía tiene muy presente el sacrifico y los temores que vivió por aquellos años. “Me acuerdo de toda esa etapa como algo negra. Así como otros momentos de mi vida tienen más luz, ese período es oscuro. Y creo que eso es por la opresión interna y los distintos miedos que me afectaron.”, reconoce el creador de la revista que se convirtió en un mito del rock argentino.
La experiencia de Pistocchi en el Expreso Imaginario terminó en 1979 cuando decidió renunciar. Alberto Ohanian, el socio que había puesto el dinero para editar la revista, quería transformarla en un producto rentable. Entonces, Pistocchi decidió irse y perdió los títulos. “Después del ´79, el Expreso pierde la identidad genuina que había logrado. Se perdió el manejo de la publicación. Una vez pasé por la redacción y tenías que tocar timbre y pedir permiso para pasar. Eso no era mi propuesta inicial”, manifiesta Pistocchi quien considera que Ohanian estuvo mal influenciado por Pettinato. “Siempre hubo dos tendencias dentro del Expreso: una por conservar el espíritu y otra por vender. Pettinato se inclinaba por la segunda”, plantea el director del Expreso Imaginario.
Cuando se fue del Expreso, Pistocchi editó otra revista que se llamó Pan Caliente. Sin embargo, no tenía el dinero suficiente para mantenerla y tras unos meses, ésta dejó de salir a las calles. Un tiempo después, intentó sacar una nueva publicación: Zaff. Pero tampoco funcionó. Por eso, el Expreso Imaginario fue la revista que quedó grabada en su memoria: “El Expreso significó muchas cosas pero especialmente fue importante como una prueba. Representó el desafio de editar una publicación en ese momento como también la satisfacción de que ello realmente servía”, reflexiona Pistocchi, que a su vez afirma que la revista todavía tiene vigencia.
En 2002, Pistocchi recuperó los títulos del Expreso y realizó una redacción abierta en el Centro Cultural Rojas. Allí se reencontró con algunos de sus ex compañeros, entre ellos Alfredo Rosso y Claudio Kleiman. Pero las prioridades y expectativas de Pistocchi no eran compatibles con las de los ex integrantes del Expreso. “No guardo rencor hacia ellos. Pero no creo que el espíritu de libertad que alumbró al Expreso vaya a estar presente en sus proyectos futuros", declaró Pistocchi en una nota en Clarín digital. Y desde ese momento no volvió a verlos más.
Desde principios del 2006, Jorge Pistocchi se junta con un grupo de vecinos de La Boca en el Teatro Verdi y proyecta armar distintas actividades. Rechaza la idea de editar una revista porque no quiere depender de la publicidad. En cambio, pretende planificar ciclos de documentales y conferencias sobre ecología, arte y música. “Hay muchas cuestiones que hay que activar, tengo ganas de hacer varias cosas pero sin venderme porque para mí sería más fácil”, manifiesta Pistocchi.
Mientras los ex integrantes del Expreso se desempeñan en los medios de comunicación más importantes del país, Jorge Pistocchi se mantiene al margen del sistema como lo hizo cuando estuvo en la publicación que fundó en 1976. Podría estar en el mismo lugar que sus ex compañeros. Pero eligió vivir de otra manera. Optó por ser fiel a una misma conducta durante toda su vida. Quizás algún día obtenga alguna recompensa. Seguramente él no la espere.




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