PEQUEÑAS TERTULIAS DE LA VIDA COTIDIANA

Los platos desbordantes de fideos desaparecieron al instante. Habían saciado su hambre culinario, pero no su hambre intelectual (sí, les encanta creerse los dueños del saber).
Fernando, sentado, reposaba su silla contra la pared. Adrián prendió el porro. Y Martín optó por servirse otra copa de vino.
-Hace unos años Pablo Neruda dijo “Hay un amor pero existen muchos amores”, -esgrimió sereno Martín-, ¿qué opinan?
En ese momento la luna pareció esbozar una sonrisa sarcástica, mientras Miles Davis comenzaba sus Seven steps to heaven.
-Fijate que Neruda comienza la oración con un “Hay…”, para retomarla con un “existen…” -señaló Fernando- Claramente las dos palabras no significan lo mismo. Hay una diferencia entre que haya un amor a que existan muchos amores. El "Hay” le da un valor distinto a ese primer amor que se nombra, se lo ubica por encima de cualquier otro. Pero también es verdad que existen amores profusos, como satélites, que dan vuelta alrededor nuestro y que visitamos de vez en cuando, o quizá amores que existen y que están escondidos, aguardando ser encontrados.
-No es difícil separar lo emocional de lo sexual -exclamó Adrián mientras daba una larga pitada y tragaba hondamente el humo-. Una persona puede sentir una atracción carnal hacia otra, sin embargo, a veces se convierte en el punto de partida para una relación más profunda, donde aparece ese sentimiento indescriptible que llamamos amor…
-Tarde o temprano -interrumpió Martín- tenemos la necesidad de explorar una nueva geografía sexual, nada tiene que ver esto con el amor, es pura lujuria. Creo que Neruda lo que quiere decir es que nos encontramos sumergidos en una cultura reprimida, que nos obliga a estar atados a un solo ser, cuando en nuestra naturaleza, en realidad, existe la necesidad de experimentar; esto es parecido a la represión que impone el catolicismo, donde la monogamia es una institución inviolable. En la pareja burguesa, el arribo de la rutina es inevitable.
La embriaguez comenzaba a hacerse visible, los discos dejaban lugar a otros, desde Revolver hasta Desatormentándonos; navegaban y se retorcían por la habitación, eran un invitado más a la tertulia nocturna.
-El desafío se encuentra en lograr que el amor y el vínculo con la otra persona no se vuelva monótono -dijo Adrián-. Lo que puedo inferir de tus palabras es que aceptarías con total calma que tu pareja se vaya a la cama con otro.
-La comprendería, no obstante, sé que afectaría mi orgullo. Aquel que forjé durante años en esta cultura y de la cual me es casi imposible desdoblarme.
-Me parece que estás siendo hipócrita -dijo Fernando mientras vertía nuevamente vino en su copa-, no podes echarle la culpa de todo a la cultura, tu orgullo te pertenece a vos y a nadie más, tiene que ver con tus emociones, con lo innato.
-No lo veo de esa forma, pero claro… todo es relativo.
-Yo creo que el límite del pensamiento se encuentra en el sentir -explicó Adrián -, la necesidad por tener otros cuerpos puede llegar a su fin cuando en esa persona que elegimos, encontramos algo más que puro placer físico.
-Recordemos -sostuvo Fernando- la experiencia de mirar a una mujer y solo mirarla, verla caminar, ver como le cae la ropa, es una sensualidad especial, te llena sólo ese momento, un amor fugaz que puede surgir en, por ejemplo, un viaje en subte: ahí nace y ahí se muere.
-Es verdad –opinó Martín–. En lo efímero se encuentra lo bello. Solo pensar en la idea de eternidad me da escalofríos. Una caricia puede ser algo hermoso, pero ahora imaginen una caricia perpetua, que dure infinitamente… sería terrible, es algo con lo que no podría lidiar.
Todo se desvanace, absolutamente todo. Hay quienes dicen que el amor es el único capaz de sobrevivir a las mayores tragedias, inclusive a la muerte, ¿será realmente así?...¿quién sabe?...

...tres amigos en medio de una noche de copas (muchas copas).

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