ENSAYO / análisis del medio desde una perspectiva de género


Noticieros para Doña Rosa

En algún momento durante el transcurso del mediodía televisivo, podemos sintonizar en cualquier señal abierta un noticiero. La franja horaria del comienzo de la tarde cuenta con un informativo por canal, de modo que todos ellos pugnan por conquistar la demanda de sus consumidores. Pero ¿quién enciende la televisión en su casa? ¿Será el mismo público receptor del contenido que flota entre los productos de cocina, electrodomésticos, jarabes, aspirinas, chimentos, canciones, romances de clases y farándula? ¿Podemos argumentar que Doña Rosa está atrapada en un vicioso círculo que los noticieros proponen arrojándola a la pasividad?

por David Eichenbronner

Así como se piensa al ama de casa, señora del espacio privado, en plena actividad durante el comienzo de la tarde lavando y cocinando para sus hijos; al mismo tiempo se intuye también la presencia de un televisor encendido; aparato que en algún momento comunique aquello que depara el destino allí afuera y reafirme la importancia del papel que dentro de la sociedad, la mujer cumple y tiene que seguir dispuesta a cumplir. Resulta importante visibilizar estas cuestiones que en el día a día la costumbre naturaliza y encubre el valor, y la carga constante que su mensaje conlleva.

Para hablar de la reproducción de la ideología del sistema patriarcal, primero fijemos el concepto de mistificación del patriarcado en la modernidad: “...se basa en parte en definir el trabajo de la mujer como no trabajo, como acción de amor. El mecanismo de control patriarcal sobre el trabajo de la mujer descansa precisamente en simbolizar el trabajo de la mujer como perteneciente a la esfera afectiva. La dependencia económica de la mujer se constituye en base a la creencia que ella está intercambiando amor por comida y ropa, en el supuesto de que ella no produce sus condiciones de existencia material....”, señala Beatriz Schmuckler en su libro Familia y dominación patriarcal en el capitalismo.

JERARQUIZACIÓN = DESIGUALDAD

Los noticieros comparten la particularidad de integrar una franja horaria clave, en cuanto a la homogeneidad del discurso que se desprende de la grilla de programación. No es un dato menor, esto significa que el público al que está dirigido se lo toma también como una gran masa de consumo homogeneizada, lo cual hace por demás significativo el discurso sobre todo teniendo en cuenta el peso que la televisión adopta en el proceso de reproducción cultural. Cabe recordar que autores como L. Althusser definen a los medios de comunicación como los aparatos reproductores de ideología dominante en el campo social. En el mismo camino Pierre Bourdieu dictamina: "la televisión es un colosal instrumento de mantenimiento del orden simbólico".

Del total de las noticias la mitad corresponden a casos policiales, la otra mitad la conforman noticias sobre fútbol, espectáculos, novedades insólitas de cualquier parte del planeta que tienen generalmente la particularidad de presentarse chistosamente, y secciones especiales con breves espacios para juegos, jubilaciones y pensiones, problemáticas de la mujer y cocina. Con estos resultados, entre otras cosas, al observar la carencia de contenido reflexivo y la afloración de la información amarilla, y de “rápida digestión” cabría preguntarnos: ¿qué podemos ver allí desde una perspectiva de género sobre la mujer del patriarcado?

No es mera casualidad la existencia de programas de noticias en este horario clave, para la mujer que se encuentra en su casa produciendo servicios domésticos. El miedo toma protagonismo cuando se insiste sobre “la inseguridad” y “lo difícil que se torna salir a la calle”. Salir a la calle representa salir al mundo público que el ama de casa no domina. Bloques enteros de programa destinados a “cómo cuidar a nuestros hijos para que no se transformen en delincuentes” o a la inversa, pero con el mismo sentido en el impacto: “cómo cuidar a nuestros hijos para que no los agarren los delincuentes”; todos éstos más cerca de una clase social o de otra dependiendo el target del canal. Actúan así sobre el significado del imaginario social de la mujer del patriarcado, sobre los diversos mitos que lo sustentan: el mito Mujer = Madre; el otro mito del amor romántico a través del cual como lo explica Schmuckler incluye “la fidelidad sexual al esposo de modo que la mujer concentra(ba) toda su afectividad dentro de la familia preservando su misión de cohesionar y estabilizar el grupo familiar”; y el tercer mito, el de la pasividad erótica femenina que facilita como argumenta Ana Fernández en La Mujer de la Ilusión, construir una feminidad, más pasiva que activa, más objeto que sujeto de deseo, más parteneire que protagonista”, convirtiéndose éste último en el soporte-garante de una virilidad activa.

Es la conjugación de los tres mitos la que de algún modo se desliza a través del discurso de la información. Podemos decir que la base fundamental de cualquier noticiero del mediodía es la concepción de la Mujer de familia, y esto no sólo por lo que resalta cuando alguno de los conductores le habla directamente a “la señora” del hogar, sino por las tandas comerciales que aparecen en dicho horario: productos de limpieza, cocina, farmacéuticos y supermercados, ellos dominan el espacio publicitario en todos los canales durante el mediodía.

Las consumidoras de alguna forma u otra asumen su encasillamiento en el prototipo de “Doña Rosa” desde el momento que entran en el juego que el medio propone: ir en búsqueda de la información prendiendo la televisión. Ahí asume probablemente derrotada por el agobio de la grilla televisiva en su totalidad, el carácter que la cultura le marca. La mujer, en este caso, se encuentra legitimada desde una lógica binaria, como uno de los lados de la moneda, la desigualdad con respecto al hombre. Si el hombre es el encargado de transitar la vida pública, la mujer es la encargada de la vida privada, si el hombre es racional, la mujer sentimental, si el hombre es activo, la mujer es pasiva. El solo hecho de dar sentido a la desigualdad contempla una jerarquización, y una lucha de poderes. Si una de las condiciones para el funcionamiento del patriarcado de la era capitalista es promover la palabra del hombre como la palabra racional, entonces que mejor que utilizar una herramienta masiva como la televisión en un horario preciso de tele-audiencia para mantener a la mujer sensible ocupada en otros temas que estén lejos de temáticas que necesiten del razonamiento.

DIFERENCIAS DE PODER SEGÚN EL GÉNERO

Es necesario preguntarse qué sucede con la distribución de los espacios entre los integrantes de los noticieros. Pues bien se repite la fórmula en la dupla de conducción, una mujer y un varón. Cada uno de ellos con características que los diferencian y hablan de la problemática de género. Los cinco noticieros sin excepción muestran al hombre, siempre más serio que la mujer, estructurado y presentador de las noticias de mayor peso en el día. En cambio la conductora se muestra en un tono ameno, cómplice con la audiencia y comentarista de los hechos de menor severidad en el programa (que generalmente funcionan como momentos de distensión). No es raro escuchar expresiones de tipo afectuoso e intimistas como “las mamis”, “los chiquitos” o “nuestros abuelitos” de parte de las mujeres del noticiero. De ambos la figura que se destaca en cuanto al mayor prestigio y renombre público, es siempre el hombre (ejemplo: Luis Otero en canal 13, Jorge Jacobson en canal 11, y Guillermo Andino en canal 2), claramente aquí se naturalizan las diferencias de poder en el género. De esta forma la mujer queda permanentemente relegada a secundar al hombre. Solamente el 10% de las noticias en todo el mundo tiene a mujeres como el foco central. Justamente las mujeres aparecen como figuras centrales en el 17% de los tópicos “livianos” como noticias de celebridades, deportes y temas sociales; mientras que solamente el 3% de los artículos sobre economía y el 8% de artículos sobre política y gobierno presentan a las mujeres como foco central”.*

La pasividad del ama de casa es una característica fundamental para la subsistencia de la ideología del patriarcado moderno. Ellas de ninguna forma constituyen un grupo reducido, sino una gran parte de la población que utiliza el instrumento-televisión bajo condiciones de sumisión, como espectadora cotidiana de un mensaje que mediante sus mecanismos de poder filtra estereotipos de género. Aunque no acaba en este punto, cabe pensar que siempre existen posibilidades de reacción y resistencia ante estas particulares presiones implícitas. La sumisión implica un lugar en el ejercicio de poder y ello obliga de una forma u otra a dar respuestas. Dicho de otro modo, el aparato dominante representa una idea que tiene tanto de naturalizado como de obsceno, y ello gracias al desequilibrio que trae aparejado. El ser tan repetitivo en el contenido empuja a la reflexión del que lo vive pasivamente pero como parte integrante del sistema en cuestión.

*Fuente: Consejo Nacional de Televisión.

No hay comentarios.: