Entrevista / Gabo Ferro


UN MAGO QUE HACE RÍOS

Ida y vuelta, misiles y lengua, militancia y sensibilidad. Escenarios por los que anduvimos de charla con Gabo Ferro. El café La Academia fue el teatro elegido. El motivo del encuentro: queríamos saber cómo vive, qué siente, qué más tiene para decir alguien que nace y muere en sus canciones

Por Emiliano Bezus Espinosa y Laura Larrea

El laburo de la militancia

Gabo pide un café con leche y edulcorante, lo único que tomará en las casi dos intensas hora de conversación. Se muestra como un tipo dulce, con los rasgos de poeta a flor de piel, con azul melancolía para cantar historias del pasado pero con ninguna para recordarlo. Esperanzado trovador, purga sus demonios y los de otros creyendo apasionadamente en su camino. Para alguien que es Licenciado y Doctor en Historia, y por decantación gran conocedor de al ambiente académico, es inevitable que surja el tema de la militancia…

GF: Militancia es un concepto que como tantas otras cosas fue cambiando desde que existe hasta acá. En los 60´ los reclamos militantes de la canción como de la política partidaria eran la Revolución, que vuelva Perón, todo ese tipo de cosas; ahora la militancia que hay que hacer es otra. Yo no puedo ponerme a cantar que vuelva Perón, ni cantar como lo hacía Violeta Parra o Silvio Rodríguez o Pablo Milanés.

Sin embargo cantás De nada sirve de Moris (NdR: Recital en el Konex a comienzo de año)…

Ese fue un gesto inmediato por algo que había sucedido, tiene que ver con la militancia contemporánea, porque yo creo que las políticas contemporáneas que hay que atender, como la de un tipo que labura dentro de la industria cultural en esta parte del mundo, es la política de clase, raza y género. Entonces la canción y el arte militante, y la militancia en general, tienen que atender lo que la política partidaria no está atendiendo. Por lo tanto lo que hay que atender desde abajo es esto que se desatiende.

En La nueva generación intelectual Omar Acha comprende como intelectuales a los músicos, a los actores, los escritores; dice que lo intelectual no es sólo la academia, de hecho propone salir de ella.

Totalmente de acuerdo…

Plantea además como un cierto temor a criticar la generación anterior de intelectuales y poder decirles “Bueno, en esto se equivocaron…”.

Ese es el motivo por el que yo me corrí de la academia. Tirarte contra tu generación anterior es tirarte contra los tipos que son el tribunal de los concursos para ser Jefe de Trabajos Prácticos. Si vos vas a un congreso, son los tipos que te critican, los que te dicen “Eso no porque el dueño del circo soy yo”. Que fue lo que yo me di cuenta cuando empecé con mi tesis de Maestría, cuando comencé a llevarla por los congresos, y resulta que tenía a todos los grandes figurones con los cuales debía congraciarme y decirles “Si señor o si señora”. Porque si no, no iba a poder seguir el curso para poder llegar a ser becario del Conicet o investigador.

Desde tu militancia, tanto en la música como en la historia ¿cómo ves la forma de intentar con tu guitarra y tu pluma decir: “Pongo mi granito de arena para tratar de revertir esto”?

Laburando, laburando y laburando. Por eso cuando me dicen “¡Ah sacás un disco todos los años, que la gente no lo sigue, que la gente no se qué…!”, entonces ahí digo “¿Qué parte no entendés que esto no es puramente estético, que es música, que estos son libros, que yo puedo juntarme con tal o cual a hacer otro disco?”; no se trata de un ego desmedido y de una hiperproducción de música o lo que sea. Se trata de militancia, no voy a ir a responder a una entrevista o a una nota o a un concierto, si no tengo nada que aportar o no tengo nada que cantar. Entiendo todo lo que hago como militancia, como trabajo y como cuestión política, por lo tanto no me puedo ni me quiero detener. Cuando yo laburo a la mañana, me levanto y me preparo un mate y me pongo a darle a la guitarra y a tocar, lo hago con la felicidad del artista, con la felicidad del militante y con la felicidad del hombre, que puede saber que sin grandiosas pretensiones puede vivir de esto. Y tengo bien colocado en mi lugar que no puedo tener casa, no puedo tener coche… no me interesa. Pero puedo comer de esto, puedo pagar el servicio de Internet, el teléfono y eso es una bendición. Haciendo cien por ciento, desde que regresé en el 2004, sólo lo que me da felicidad y nada más.

CUANDO ESTAS MAL, CUANDO ESTAS SOLO…

Que en las letras de tus canciones no aparezca un él o un ella definido, pero que a su vez esté claro que es una canción totalmente disruptiva con otras que pueden hablar sobre eso… ¿vos te lo planteás escribir de esta forma?

Eso está importado por ahí de la academia, cuando te dicen que un texto científico tiene que ser neutro, el cual la ciencia tiene que atravesar y no es uno el que habla, sino que sos un canal, y él o la que habla es la ciencia. En el caso de las canciones a mí me parece que lo interesante está en escribir para todos, además, porque soy humanista. Escribo para algo que está más allá de si vos vivís en Capital, Salta, si sos hombre o mujer, rojo, chino. A mí me parece que hay que hablar sobre las cosas que nos atienden a todos, las que nos tocan y que nos atraviesan constantemente. Siempre desde el sustrato de la militancia, y desde ahí indagar en aquello que tiene que ver con lo microtrágico, una historia chiquita para que esa historia se proyecte en una generalidad enorme. Lo que intento en los libros y en las canciones es la celebración de la subjetividad, de las identidades múltiples, y eso con el determinismo se da de patadas en el culo.

Después de los 90´ está muy instalado en ciertas partes del colectivo social que la política es mala…

La política no es mala, los políticos son en general un desastre. Hubo tantas esperanzas y expectativas puestas, al menos en los que tenemos veinte años de vida democrática, que nos hemos pegado cada llorada con las traiciones de muchos. Y por eso uno se vuelca por lo menos hacia un descreimiento, pero hay diferentes maneras de descreer de la política. Hay una manera completa pasiva y relajada de decir “La política no me interesa” o “La política es sucia”, y una manera de descreer a pura praxis: vas ¡pam! Te cagaste y decís “¡La puta madre! No creo más en esto”, ¡pam! Vas de nuevo y te cagás, vas y te das la cabeza de nuevo contra la pared, te vivís decepcionando. Yo soy de los que terminan siendo en muchos costados anarquista por elección permanente, por vivirme frustrando con políticos y por descreer de las instituciones. En el imaginario la democracia es un milagro, pero cuando vos la ves funcionando, cuando vos vas a un debate en Diputados sobre todo, te querés cortar la cabeza, decís “Este diputado o esta diputada ¿qué está diciendo, dónde vive?”.

Demostrás mucha energía ¿en algún momento parás y decís “Ahora no puedo agarrar la guitarra”? ¿Cómo lo llevás adelante?

Soy de los que piensan que todo lo que se hace es capital potencial para algo. Alguna imagen me va a parecer buena como para anotar, pero ni siquiera me pongo a “Bueno, voy a ver que imagen me aparece”, no. Doy vueltas y vueltas, y siempre aparece aquello que me deja una semilla para el laburo. O reviso con la lectura, soy de los tipos que cree que si no labura no morfa. Y ahí no hay lugar para la depresión burguesa. Eso yo lo veía en mi vieja, ella nunca se conformó con ser ama de casa a pesar de que mi papá tuviera dos trabajos.

¿Desde donde creas tus canciones?

Soy un tipo que está todos los días totalmente atravesado por lo que le pasa. Bueno, en el cuarto disco mío (NdR. “Amar, Temer, Partir”), tuve un amigo que al verme completamente abandonado me dijo que si no reaccionaba, iba a denunciarme por abandono de persona, y ahí dije “Bueno, a salir por los otros”. Pero me pregunté “¿Cómo vas a salir?, no sé. Lo único que sé es que la única manera que puede estar más interesante es haciendo un registro como un cronista de la salida del pozo”. De ahí fue que vinieron esas doce canciones, cada una fue como un registro de cada escalón.

Mucha de la gente que trabaja en la investigación académica tiene esta cuestión de levantarse temprano, leer, a la tarde hacer esto otro y tener como muy acomodados los tiempos de acuerdo a su producción. Habiendo pasado por la academia ¿tenés un método al momento de componer?

Sé que si me levanto temprano me pongo a tocar, estoy muy lúcido a la mañana. Básicamente soy un animal, me puedo acostar a las cuatro de la mañana pero hay luz y ya me desperté.

REVOLUCION

¿Cómo ves la militancia y la sensibilidad en el rock nuestro del 2010, en las bandas, las letras…?

Creo que muchos cargan todavía con esa cosa de que estética y política no van. Y soy de los que creen que estética y política son parte de un mismo cuerpo. Por un costado soy hijo del Mayo Francés, es decir si no sos parte de la solución por default sos parte del problema. Entonces veo que hay como un regimiento de bandas y músicos que son parte del problema por omisión, “Porque no entiendo, no se que decir, no me interesa”, y ahí es donde me empieza a tocar su obra.

La gran mayoría de tus recitales son muy intimistas: vos, la guitarra, las luces, el público…

Cuando me dicen cómo estuvo mi concierto, siempre digo lo mismo: que mi concierto es un promedio entre el 50 de uno y el 50 del otro. Cuando me gritan algo, cuando un nene me habla, no puedo hacer oídos sordos; por eso cuando el contexto es problemático el concierto probablemente sea una cagada, porque me distraigo y así no me interesa laburar. Esto se completa porque del otro lado, si yo fabriqué cinco discos y puedo bancar otros discos más ahora, es porque alguien pone la guita para comprarlo. Y lo que tratamos de hacer es que los discos no excedan los veinte mangos, que sabemos bien que es difícil porque de costo nos queda poco. Si hay honestidad, sinceridad, de los dos lados, esto es imparable.

Es el camino de respetar la sensibilidad, la de uno y la ajena, tus tiempos y siéndote fiel a vos mismo, respetando al otro; volvemos a la política y la sensibilidad…

Creo que las dos cosas nacen del mismo germen: la pasión. Y tiene que ver con la cosa revolucionaria, pero revolucionaria desde el arranque y no revolucionaria para el fin. En toda revolución, y no en la idea sesentosa de la revolución de las armas, vieron como pasó la cosa y que la historia no terminó, que la historia sigue caminando. Y creo que si algo hay que aprender de eso es que a la revolución le faltó sensibilidad, le faltó subjetividad, fue demasiado un corpus duro: la revolución es esto o sos una puta burguesa. Le faltó poesis, no manifestó esa consideración de la diferencia. Soy de los que piensan que hay que hacer de tu propia subjetividad un elemento para la revolución.

El hambre y las ganas de comer

Es la historia de un escritor, Pablo Ramos. Y un cantante, Gabo Ferro. Se juntaron y armaron un disco. O también, y seguramente ésta sea la verdad de la milanesa, dos antihéroes que en algún momento del 2010 agarraron sus capas y salieron a desventurar por el mundo.

… un disco que me hace feliz, para mí es una coyuntura porque nunca me animé por mi inquietud a lo que digo, a dejar el texto de la canción. Y se dio alguien que se hizo cargo de todas las letras y de todas las palabras del disco. Acá me dediqué más a producir, a escribir arreglos, voces y es algo que quería hacer con muchos más pero comencé a hacerlo con este poeta y novelista maravilloso, y amigo querido que se llama Pablo Ramos. Así construimos un disco juntos, uno en el que sólo soy el medio, el canal. Ahí lo rico, yo estoy cantando por alguien que tiene una personalidad en muchas cosas muy diferentes a la mía. Y me encanta, es como recuperar también esas cosas del trabajador de la literatura que se junta con el trabajador de la música, como en los viejos discos de los 70, que se juntaban para construir una obra, como jugar al teatro en forma de disco.

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