Reflexiones Rebveladas / una apasionante charla con nuestro amigo Stephen

Yo, un genio total

Rebvelados viajó hasta la ciudad inglesa de Cambridge para entrevistar al famoso físico Stephen Hawking. En una jugosa charla divagamos sobre los secretos de la vida, las telarañas de la existencia y aunque usted no lo crea ¡de la Selección argentina de fútbol!

por Adrián Paenza, enviado especial a Inglaterra

El lugar elegido por el motorizado cosmólogo más famoso del planeta es una típica taberna inglesa, donde un panzón calvo con la remera del Arsenal eructa mientras sirve pintas de cerveza fresca. La mesera, una pelirroja con cientos de pecas y pechos prominentes sirve el té que pedí, y un whisky doble en las rocas para Stephen Hawking, quien inmediatamente solicita a la joven que deje la botella de Jhonny Walker etiqueta dorada sobre la mesa.

Desconocía que una eminencia como usted gustara del whisky…

(Levemente Stephen mueve su cabeza, ordenando a la computadora que maneja su silla de ruedas que saque un brazo mecánico con una jeringa y le inyecte la bebida en la boca. Luego de los 45 minutos que dura el proceso, el físico responde)

Me encanta, mi padre me dio a probar por primera vez cuando tenía tres meses de vida. Aún recuerdo cuando me alzó en sus brazos y mientras me daba la mamadera con whisky me decía “Stephen, está científicamente comprobado que el vino alarga la vida, pero el whisky más todavía”. Y aquí me ve, postrado en una supersilla de ruedas con una súper computadora sin poder mover nada de mi cuerpo salvo mis ojos y dos centímetros mi cabeza, pero totalmente vivo.

Stephen no habla, el ordenador que lo acompaña lo hace por él gracias a los leves movimientos de sus ojos. Un moderno software convierte el desplazamiento de los globos oculares en palabras que son emitidas con una voz igualita a la que sale de los cajeros del Pago Fácil o de cualquier ventanilla de un cine porteño.

Ilustre señor Hawking, en el último tiempo los medios han acudido a hablar con usted, sobre temas tan dispares como Dios y la posible existencia de vida extraterrestre.

Si, definitivamente nadie en el mundo es tan inteligente como yo para responder sobre esos temas. Por eso afirmo y vuelvo a decir: Dios no es tan pelotudo como para crear un mundo como el nuestro…. (Y apenas deja de hablar, nuevamente ordena a la mano robótica que le sirva más whisky, esta vez directamente del vaso al que luego llena hasta el tope).

Perdone que lo corrija excelso señor Hawking, pero según he visto y leído en distintos reportajes usted lo que dijo fue que descartaba la existencia de Dios para explicar el origen del Universo.

(Con la rapidez de una gacela que escapa de un león hambriento, el brazo mecánico vuelca el whisky en la boca del cosmólogo inglés y vuelve a llenar el vaso, una y otra vez, así hasta contar cinco, momento en que la voz metálica emerge en la conversación)

Discúlpeme sudaca amigo, lo que pasó con esas entrevistas fue que tergiversaron totalmente lo que dije. Esos chupa culos gallegos del diario El Mundo, tradujeron y editaron lo que quisieron. Lo mismo que los imbéciles del Discovery Channel, que aprovechándose de mi voz la modificaron por completo cuando editaron la entrevista que grabamos. Por lo tanto a estos medios les digo que se pudran en el infierno… (En este instante Hawking desplaza sus ojos ordenando a la robótica mano que agarre sus inertes genitales para rascarlos, segundos más tarde el brazo mecánico vacía el vaso repleto de bebida blanca en su boca y vuelve a llenarlo)… Ahhhh… qué rico, por favor mesera traiga otra botella y un vaso para mi viejo compañero, vamos hombre, anímese, tómese un vaso del mejor whisky escocés…

No gracias magistral doctor Hawking… quiero preguntarle por lo extraterrestres, hace poco también señaló que si éstos existieran podrían llegar a ser peligrosos y querer invadir otros planetas.

Otra vez la misma pregunta insípida, ya expliqué que los idiotas del diario El Mundo publicaron lo que se les cantó el quinto forro de las pelotas, y estos eunucos del Discovery Channel editaron cualquier cosa para que mediocres como usted digan “¡Uy Stephen Hawking está en contra de los aliens, uh el doctor Hawking dice que los aliens van a venir rompernos el upite, uh…!, y es justamente este tipo de deficiencias mentales lo que origina que muchas personas se vuelvan en mi contra.

(Se nota el enojo del magnánimo doctor Hawking con la prensa, sus ojos se llenan de sangre con cada vaso de whisky que la mano metálica vacía en su boca, una y otra vez hasta que se acaba la segunda botella y pide otra más).

Apoteótico señor Hawking, ¿por qué cree usted que los medios hacen esto?

Mi querido cabecita negra, es obvio, se trata de una vil operación de prensa para desprestigiarme.

Pero glorioso Doctor, ¿por qué la prensa querría desprestigiarlo?

El mundo se divide en dos: están los que me aman, los que saben que soy el ser más inteligente sobre la Tierra, y me chupan las medias a tal punto que harían cualquier cosa que les pidiera, por ejemplo, ¿sería usted tan amable de cambiarme los pañales y luego ladrar como un perro?

(Después del último ladrido continué con la entrevista, aunque debo confesar que tocarle las arrugadas nalgas al hombre más inteligente de la historia de la humanidad, fue simplemente lo mejor que me pasó en la vida).

Ah… ahora realmente sí que me siento más cómodo con; le decía que la otra parte del mundo es la que me odia y no soporta que haya un ser, una única persona en todo el mundo que sea la más brillante de todas. He ahí, el motivo del descrédito que los medios de difusión entablan hacia mi persona.

¡Qué terrible lo que encierra su relato superior señor Hawking! Ahora, cambiando de tema, los fans suyos sabemos que usted es un amante del fútbol.

(La mirada del físico más monumental de toda la galaxia se congela cuando escucha la palabra fútbol. Por millonésima vez la mano robótica vuelca la bebida escocesa dentro de la boca del Dr. Hawking, hasta que ésta se acaba por completo. La mesera comprende la situación y automáticamente trae otra más).

Usted es un periodista informado, debo reconocerlo. Sí, hasta los 21 años, fatal momento en que me detectaron esta rara esclerosis, jugaba en el primer equipo de la Universidad de Oxford. Mi idea era recibirme y probar suerte en el Manchester City, club del que soy hincha. Fui un buen centro delantero, de buen cabezazo y excelente dominio de pelota. Pero la fatalidad pudo más y aquí me ve. Aunque debido a mi amor al balón pie, hice el curso de Director Técnico y además de ser el físico más grande de toda la humanidad, también soy el mejor Director Técnico de toda la historia del fútbol.

Nadie podrá poner eso en duda divino Dr. Hawking, ahora usted nunca dirigió ningún equipo de fútbol…

No hace falta, ya todos sabemos que dada mi inteligencia cualquier actividad en la que me desempeñe voy a ser el mejor, eso se lo firmo como que hay un sol sobre nosotros.

(La mano metálica del glorioso Dr. Hawking no para de echarle whisky en su boca a medida que conversamos de la Premier League inglesa, del presente del Manchester City, del excelente desempeño que está teniendo Carlitos Tevez allí, y todo es color de rosa hasta que la Selección Argentina entra en la conversación)… estoy enterado del desastre que es su Selección, de los enormes problemas que tienen para conseguir técnico.

En realidad no hay mayores inconvenientes, Sergio Batista es el nuevo técnico.

Por eso le digo, no tienen técnico, deben conseguirse uno. Es más… me propongo para el puesto. Creo que el técnico debería ser yo, estoy más que capacitado para dirigir a estrellas como Messi y Pastore, decirle a Mascherano como debe jugar, ordenarle a los arqueros para que lado deben tirarse, y armar una táctica a partir de mi inteligencia superior al resto de los mortales que haga que la Selección argentina gane como mínimo cinco mundiales seguidos.

Excelentísimo doctor Hawking ni en mi más inconsciente fantasía hubiera imaginado que usted quería dirigir a nuestra selección de fútbol.

Y bueno… esa es la diferencia entre los seres de cerebro diminuto y yo, un genio total, el más grande por siempre y para siempre.

Stepehen Hawking da por terminada la charla, se siente superior al resto, sabe perfectamente que lo es, me saluda cariñosamente como alguien que se despide de su mascota, le pide otra botella más de whisky a la pelirroja pechugona y se retira en su motorizada silla, bebiendo a grandes tragos.

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